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Ayuso y la sangre de niños muertos

La presidenta de la Comunidad de Madrid es una ignorante en todas las acepciones posibles del término pero eso no la exime de su crueldad Lo suyo es vicio. Placer por el dolor ajeno, psicopatía social y elegir siempre admirar el dolor y el sufrimiento de los más débiles. En su línea de indeseable calificó de etarras a todos los que llevaran el pañuelo palestino. A los que lo llevamos. Pues juguemos todos; ya que les gustan las batallitas culturales a costa del sufrimiento ajeno, veamos lo dura que tienen la piel. En estos momentos posicionarse del lado de Israel, Netanyahu y su plan genocida solo es posible desde la más absoluta crueldad sociópata. Ayuso no puede alegar que no sabe lo que allí está pasando, simplemente elige ese bando porque sabe que es el poderoso, el que le proporciona réditos políticos también en Madrid porque le han enseñado que es mejor para sus intereses políticos tener a los sionistas españoles y la hasbará a su servicio siendo una proxy de los genocidas y criminales de guerra.  Ayuso es una ignorante en todas las acepciones posibles del término pero eso no la exime de su crueldad. El 9 de mayo de 2019 posteó una imagen de ella presente en los Altos del Golán felicitando a Israel por su independencia. Lo hizo en territorio ocupado según la resolución 242 de las Naciones Unidas porque a ella le única ley que le interesa es la del más fuerte, aquella con la que puede ganar. El resto son prescindibles. Es cierto que dudo mucho que supiera lo que hacía o qué significaba, pero si pudo hacerse una foto allí es porque fue acompañada por el gobierno de Israel, porque la vinculación del PP de Madrid con el régimen sionista criminal es muy estrecha a través de la comunidad que tienen en la capital. Ayuso es cómplice de un estado colonial, criminal e invasor. Cómplice de su genocidio. Cómplice de la sangre derramada de los niños palestinos.  Ayuso sería una adoradora de Karadzic si alguien le hubiera dicho que era tiempo de señalar a los musulmanes bosnios, del mismo modo que habría participado de buena gana en los procesos de Moscú y no hubiera tenido ningún reparo en firmar rutas de viaje de la Deutsche Bahn en los años 40. Ella siempre habría estado cómoda del lado de los poderosos a la hora de ser funcional al odio, el genocidio y la desaparición del diferente. Las filias familiares de camisa azul en el bar Leopoldo la han enseñado bien lo cómodo que es siempre estar del lado del que tiene el poder para decidir sobre la vida de los demás.  Hubo quienes nos quisieron dar pena porque estaba deprimida porque tuvo un problema personal que la afectó mucho. Pobrecita. Esa pena con quien tiene algo de empatía con los que sufren por lo que ella hizo. Supongo que les funcionaría con alguien, no conmigo, no para alguien que califico de “mierdas” la preocupación por los 7291 ancianos muertos sin atención hospitalaria y ahogándose solos sin que nadie les pusiera un poco de morfina. Sé que es difícil para muchos hablar en los mismos términos en los que lo hace ella. Pero se practica, cada día un poco más agresivo, cada día con un poco más saña. Si quiere ese nivel de ignominia para los demás, lo tendrán para ella. Hay mucho buenista. Sí. Buenista es quien a estas alturas, sabiendo el nivel de criminalidad dialéctica que usa Isabel Díaz Ayuso pone paños calientes a la hora de calificarla y valorarla. Nada de lo que le ocurra sacará de mí la más mínima empatía. Nada.  El problema que hay con Ayuso es que no se habla de ella en los mismos términos que ella usa contra los demás. La pobre está dolida porque usen su acrónimo insinuando que tiene alguna carencia cognitiva sobrevenida, mala suerte. Cuando ella tenga el más mínimo respeto por el dolor ajeno tendremos que tener en consideración con el suyo. ¿No les gustan las batallas culturales? Tendrá que soportar que nos preguntemos si lo que le ocurre con la voz, divagando, sin dar pie con bola, sin hilar frases coherentes, se debe a incapacidad intelectual o algo relacionado con la salud. Porque es imperativo preguntarnos quién está al mando de la Comunidad de Madrid igual que ese debate se dio con Joe Biden y los de su cuerda bromeaban sobre una posible demencia. ¿Ese odio es natural o patológico, Isabel? Porque como votantes deberíamos saber si está capacitada fisiológicamente para seguir en el cargo.  

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