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Ayuso y su defraudador confeso

Ayuso y su defraudador confeso
El caso es que la presidenta de Madrid convive en pareja con un defraudador fiscal confeso, encausado en tres delitos más, que parece haber mentido en el Supremo. Y que ella ha puesto al servicio de su novio a efectivos de la Comunidad que preside como su jefe de gabinete. Demasiado grave para que pase sin consecuencias Alberto González Amador es un defraudador confeso según las afirmaciones de este martes ante el Supremo de su abogado, Carlos Neira, a quien el susodicho quiso cargar la culpa de ese email viajero que parece ser un asunto vital en este país. González Amador había declarado ante el alto tribunal que él no sabía nada de esa comunicación en la que aceptaba sus delitos fiscales y pedía un pacto. Habría sido pues cosa de su abogado. Tan alocado y poco profesional como para hacer una oferta de negociación de ese calibre sin contar con su cliente. Carlos Neira, un respetable letrado y con una buena cartera de clientes, se enfrentaba pues a perder su prestigio profesional o a contrariar al novio de Ayuso y por ende a ella y ha optado por decir que sí ofreció ese acuerdo a la Fiscalía y que González Amador lo sabía. Ha matizado que “el 30 de enero de 2024 el propio empresario le encomendó llegar a un pacto, explicando claramente que implicaba reconocer los delitos y aceptar una condena simbólica de cárcel”. Lo único que no fijaron fueron los ocho meses de condena que concretó el abogado, según ha declarado e¡ante el Supremo. Esto ya lo sabíamos con anterioridad. Baste ver este whatsApp que incluía el director de Eldiario.es Ignacio Escolar en un detallado artículo sobre este escandaloso asunto. El jefe de gabinete de Ayuso escribió a la pareja de Ayuso que ya quedó bautizado como él lo tenía reseñado: Alberto Quirón. Son datos rotundos confirmando que el novio de Ayuso sí sabía de sus delitos y del acuerdo ofertado para no ir a la cárcel, dada la cuantía del dinero que Hacienda considera que ha defraudado. Hay muchas más variables incomprensibles en todo esto. ¿Por qué denunció al fiscal general como divulgador de un email que él dijo desconocer?, no es un asunto menor. Viene a la memoria aquel encendido elogio de Federico Jiménez Losantos, cuando, tras la exclusiva de ElDiario.es sobre sus negocios, se conoció o divulgó la identidad del novio de la presidenta de Madrid. “Alberto [González Amador] que es un bigardo, bien plantado, de familia militar, tendrá dos amigos. Y si no Desokupa. Y el primero que aparezca por ahí metiéndose, tiene un accidente, se rompe tres huesos”, dijo el locutor sobre el bulo de que varios periodistas intentaron entrar en la casa de Ayuso. Los periodistas profesionales, recordemos por si acaso, no intentan entrar en casa de nadie sin su permiso. Tras ello, apareció en escena Miguel Ángel Rodriguez. La Comunidad de Madrid se ponía al servicio del que su presidenta llamaba y llama un ciudadano particular.  M.A.R. se apuntó también decididamente al uso de la violencia, cuando amenazó al Diario.es con su cierre y a la periodista Esther Palomera por sus exclusivas. Gruesas amenazas: “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar”. Por cierto, bigardo, según la RAE, se refiere a alguien corpulento, en tono despectivo, y también como adjetivo equivale a vicioso y disoluto. No sé si Losantos era consciente en su desparramada devoción. Lo que parece Alberto Quirón es bastante más torpe de lo que se podía suponer. No para el lucro, dado que cobró obscenas comisiones millonarias (2.000.000 euros) por sus contratos de mascarillas y material sanitario con proveedores de la administración, pero sí al pretender ahorrarse 350.951 euros –es lo que le reclama Hacienda– con torpes trampas de facturas falsas de empresas fantasmas, según se acreditó también.   Y sumamente torpe parece denunciar al fiscal general del Estado por difundir un email del que sabía, aunque haya mentido al Supremo. Y sabía aparentemente más de lo que dice. El abogado ha reconocido que el 2 de febrero de 2024 envió esa confesión al fiscal Julián Salto y a un Abogado del Estado que conocía. Cuatro periodistas certifican que lo recibieron antes que el fiscal general del Estado y Miguel Angel Rodríguez traficó lo que pudo con deformaciones del contendio del acuerdo como si fuera la Fiscalía quien hacia la oferta. No se entiende por qué se metió en este berenjenal, a no ser por los efluvios urdangarines de vivir en los áticos del poder. Mal camino la torpeza manifiesta unida a una prepotencia asombrosamente infundada. El papelón del juez Hurtado crece ante qué hacer con estas evidencias. Los de los otros denunciantes también. Los de la prensa afín o más que afin que un tanto desconcertada con las nuevas revelaciones, o confirmaciones. Hasta ahora, se ha dedicado a desviar la atención, darle poca relevancia o agarrarse a cualquier clavo ardiendo como la historia de una supuesta fontanera, con la falta que tienen ellos de desaguar sus pocilgas. El caso es que la presidenta de Madrid convive en pareja con un defraudador fiscal confeso, encausado en tres delitos más, que parece haber mentido en el Supremo, otro delito más. Y que ella ha puesto al servicio de su novio a efectivos de la Comunidad que preside, como su jefe de gabinete. Personaje que envió múltiples p´alantes de actuaciones judiciales y que permanece en silencio desde el 6 de mayo. Es demasiado grave para que pase sin consecuencias, Ella, Ayuso, no deja de soltar improperios sobre un deterioro de la calidad democrática de nuestro país que es la primera en personificar. Es demasiado seria la implicación de Ayuso en el asunto de su novio. Y los insultos al viento de ella y de todo ese clan del Partido Popular que les abofetean en su propia cara como un boomerang. Y lo de quienes comulgan con toda esa basura. Y que eso, aqui y ahora, importe poco si se trinca el poder aunque se presuma de misa diaria. No quieren creer algunos, porque es lo que buscan: no saber. Como en el trágico asunto de las residencias, donde los primeros imputados tras cinco años de los hechos han dicho que no tienen todas las diligencias practicadas para poder defenderse, lo que ha obligado a posponer el interrogatorio. La jueza que ha osado llevar adelante la nueva demanda de las familias también está siendo escrutada según el manual del PP y adláteres. De los imputados, Burgueño, antiguo asesor sanitario de la Comunidad de Madrid y autor de un plan de privatizaciones, declaró a las puertas del juzgado a las increpaciones de las familias: Esta España... En lacónica y bastante explicita respuesta. Los otros, en particular Mur, el firmante de los protocolos de la vergüenza, se enfrenta a una tesitura similar al abogado de Alberto Quirón: contar la verdad de cómo se gestó y se aplicó o no hacerlo. Arriesga, además de su prestigio profesional, una condena incluso. Será interesante ver si quienes manejan el aparato que opta incluso por el golpismo siguen apostando por Ayuso en estas condiciones. Tocada está. Los emplastos descomunales siempre llaman dos veces. No es de rancio abolengo franquista como su mentora Aguirre. Pero suelta una pasta obscena de nuestro dinero a sus sicarios mediáticos. Veremos si cae ella o quién cae con el impacto de esta andanada de realidad. Mantener esta situación –que puede ser, desde luego– supone un fallo inmenso del sistema.

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