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El 'no' del presidente

El 'no' del presidente
Como hablantes, estas sutilezas nos pasan desapercibidas porque damos por sentada nuestra capacidad para identificar el foco de la negación, pero si lo pensamos detenidamente, se trata de una tarea extremadamente sofisticada que ejecutamos en apenas un pestañeo El pasado lunes 1 de septiembre, el presidente del Gobierno concedió una entrevista en TVE. En un momento de la entrevista, al ser preguntado por el caso Koldo, Pedro Sánchez dijo la siguiente frase: “No tenía ninguna información objetiva de que podían estar cometiendo supuestos actos de corrupción”. La frase entraña una cierta enjundia lingüística que merece la pena pararse a desgranar. Sánchez, sobre Ábalos y Cerdán: "No tenía ninguna información objetiva de que podían estar cometiendo supuestos actos de corrupción" La frase en cuestión alberga una negación: “No tenía ninguna información objetiva”. Si pensamos en cómo negamos en castellano, lo primero que nos viene a la cabeza es la partícula “no” acompañando a un verbo: “No es oro todo lo que reluce”, “No olvide sus pertenencias”, “No desearás al vecino del quinto”. Si bien es la más prototípica, “no” es tan solo una de las muchas maneras en que se puede negar en español. “Nunca he estado en Japón”, “Ni freír un huevo sabe”, “Tampoco vamos pelearnos por eso”, “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”. Todas estas oraciones son también negativas aunque en ellas no aparezca ningún “no”, sencillamente porque “nunca”, “ni”, “tampoco” o “nadie” tienen también la capacidad de negar.  También podemos encontrarnos con el caso contrario: noes que no niegan nada (lo que en lingüística se conoce como negaciones expletivas). En “No parará hasta que no le digas la verdad”, el segundo “no” es directamente prescindible porque no niega nada y resulta hasta ilógico si lo pensamos fríamente (solo parará cuando le digas la verdad). En “Has cerrado con llave, ¿no?”, lo que el “no” interrogativo transmite no es tanto una negación como la búsqueda de una confirmación por parte de nuestro interlocutor (equivalente a un “¿no es así?”).   Nuestras posibilidades para negar trascienden lo puramente sintáctico y podemos encontrar marcas de negación en niveles subatómicos de la lengua, formando parte de la morfología o del mismo léxico. Una obra inacabada es una obra que no se ha terminado, con todo el valor negativo descansando sobre los hombros del prefijo “in”. Una cerveza sin alcohol es una cerveza que no lleva alcohol. Incluso hay verbos que, aunque a primera vista no parezcan negativos, entrañan negaciones en su significado. En “El guardia evitó el accidente”, el verbo “evitar” nos transmite la idea de que “algo que iba a ocurrir finalmente no pasó”.  Uno de los grandes meollos de la negación consiste en identificar qué es lo que se niega dentro de la oración. No se trata solo de saber que una frase contiene una negación, sino que para poder interpretarla correctamente es necesario saber cuál es el ámbito de aplicación de la negación, lo que habitualmente se conoce como el foco de la negación. En una frase como “Amanece, que no es poco”, no es “amanece” lo que se ve afectado por la negación (nadie está negando que amanezca), sino que el “no” va restringido a ser poco (amanece, y eso no es poca cosa). Las mismas palabras ordenadas de manera distinta pueden producir significados muy diferentes simplemente por el hecho de que el orden oracional puede modificar cuál es el foco de la negación. En “La violencia no es el camino”, la negación afecta a la totalidad de la oración (negamos que la violencia sea el camino); pero en “La no violencia es el camino”, el foco de la negación afecta exclusivamente a la palabra “violencia”, lo que estamos afirmando es que la ausencia de violencia es el camino a seguir. Como hablantes, normalmente estas sutilezas nos pasan desapercibidas porque damos por sentada nuestra capacidad para identificar el foco de la negación, pero si lo pensamos detenidamente, se trata de una tarea extremadamente sofisticada que ejecutamos en apenas un pestañeo. Si bien depende del contexto (como todo en lengua, por otro lado), el elemento con más papeletas para ser el foco de la negación es aquel elemento de la oración que resulte más periférico y específico. Si decimos “Juan no vino en coche” no estamos diciendo que Juan no viniera en general, sino que no lo hizo en coche, pero perfectamente podría ser que sí viniera pero lo hiciera en autobús. Siguiendo el mismo razonamiento, en “Juan no vino en un coche rojo”, la negación solo se aplica al coche rojo, pero abre la posibilidad de que Juan viniera en un coche azul. Si decimos que “María no le dio el libro a Miguel en la biblioteca” (donde María es el sujeto, el libro es complemento directo, Miguel es el indirecto y la biblioteca es un complemento circunstancial), el foco de la negación será probablemente “en la biblioteca”, que es el elemento más accesorio de la oración. No estamos diciendo ni que María no le diese el libro a Miguel, ni tampoco estamos negando que lo que le diese fuera un libro, ni tampoco estamos negando que el receptor fuera Miguel, sino que lo que estamos negando es que esa acción ocurriera en la biblioteca (quizá sí le dio el libro, pero el hecho ocurrió en la cafetería). Cuanto más accesorio sea el complemento que aparece en la oración negada, más restringido se va volviendo el foco de la negación. Y es razonable que sea así: ¿qué sentido tendría si no dar tantos detalles específicos que no aportan nada? Si María no le dio el libro en ningún caso a Miguel (ni en la biblioteca ni en ningún otro lado), ¿para qué explicitar que la acción no tuvo lugar en la biblioteca? Si Juan no vino (ni en coche, ni en ningún otro medio de transporte), ¿para qué especificar que no usó coche, y mucho menos de qué color (no) era? Volviendo a la entrevista de Sánchez, es precisamente ahí, en el foco de la negación, donde subyace el intríngulis de la declaración. En la frase “No tenía ninguna información objetiva de que podían estar cometiendo supuestos actos de corrupción”, la presencia del adjetivo “objetiva” restringe el foco de la negación y abre la puerta a que el presidente sí dispusiera de alguna información. Quizá esa información era subjetiva, quizá eran rumores, quizá no era nada que se pudiera demostrar, pero el foco de la negación deja abierta la posibilidad de que sí dispusiera de alguna información al fin y al cabo sobre lo que estaba ocurriendo, aunque no fuera objetiva. Quizá no sea el caso. No podemos saberlo. Pero el foco de la negación arroja una sombra de duda sobre sus declaraciones.
eldiario
hace alrededor de 2 horas
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