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Un país esclavizado por los deberes

Un país esclavizado por los deberes
En España, los deberes (sin contar el estudio ni las extraescolares) ocupan una parte injustificable de la vida de los estudiantes. En primaria, más de la mitad de los niños les dedica entre una y dos horas al día, mientras que en secundaria la mitad dedica ese tiempo Imagine la siguiente escena: mañana su jefe llega a la oficina y le dice que, a partir de ahora, le va a dar unas tareas para realizar en su tiempo libre, todos los días, durante unas dos horas. Usted estará obligado a llevar las tareas completadas al día siguiente a su puesto de trabajo, bajo pena de sanción e incluso de despido si no lo hace. Si no es capaz de hacerlas por sí mismo, debe recabar la ayuda de su pareja o de sus hijos, que deberán hacerlas con usted.  Al mismo tiempo, la empresa lleva años amenazando con hacer un ERTE y recortar las horas trabajadas para toda la plantilla porque, según su criterio, son “demasiadas” para los trabajadores. Pero, aun con el recorte, las tareas que habrá que hacer en casa serán las mismas, o más.  Este disparate es el que nos encontramos año tras año y aula tras aula en la educación en España: Niños que se llevan a su casa horas y horas de carga pedagógica en forma de deberes o de preparación de exámenes. Pese a que distintos estamentos de la comunidad educativa consideran que en España se imparten demasiadas horas lectivas, todos los años la educación se sostiene sobre la expectativa de que sean las familias las que se hagan cargo, fuera de la jornada escolar, de lo que tendrían que aprender en la escuela. En España, los deberes (sin contar el estudio ni las extraescolares) ocupan una parte injustificable de la vida de los estudiantes. En primaria, más de la mitad de los niños les dedica entre una y dos horas al día, mientras que en secundaria la mitad dedica ese tiempo, y un 21,5 % llega a emplear entre dos y tres horas diarias.  Según el informe PISA 2012, los estudiantes españoles dedican a los deberes muchas más horas que la media de la OCDE (6,5 horas semanales, frente a las 4,9 de media) mientras los países con los mejores resultados educativos, como Finlandia o Corea del Sur no alcanzan siquiera las tres horas. Esta presión tiene consecuencias directas en el bienestar de los alumnos. El estrés académico se ha convertido en un fenómeno generalizado: hasta un 70 % de las chicas y un 60 % de los chicos de 15 años experimentan ansiedad por la carga escolar. Pero también tiene consecuencias sobre el conjunto de la familia. En el 82 % de los hogares son las madres quienes asumen la ayuda con los deberes.  Empieza entonces la lotería del nacimiento. Si has nacido con altas capacidades y mucha capacidad de concentración, podrás hacer los deberes tú solo sin requerir que tu familia te ayude. Si has nacido en una familia que se lo puede permitir, tu madre o tu padre te podrá prestar el tiempo necesario cada tarde para que los termines. Pero, ay, si te ha tocado una familia donde solo hay un progenitor, o donde ambos trabajan muchas horas, o por las tardes, entonces te irás quedando atrás, porque todas esas horas que tus compañeros están teniendo algo así como un profesor particular, tú te las pierdes.  Si queremos hablar de desigualdad en la educación, empecemos por aquí. Los deberes son una externalización del 25% de las horas lectivas a las familias, un sálvese quien pueda donde los centros se desresponsabilizan del desempeño de los estudiantes , mientras los niños y las niñas quedan abandonados a su suerte en las circunstancias que les haya tocado vivir.  6,5 horas a la semana, merece la pena hacer las cuentas, es más del 25% de la jornada escolar y más de un 15% de una jornada laboral a tiempo completo. Anualizadas, son 260 horas extraordinarias. Horas extras para los niños y para las madres, solo que en lugar de que se las mande su jefe, se las manda el tutor de sus hijos.  La legislación laboral prohíbe que un trabajador realice más de 80 horas extraordinarias al año y desde luego que prohíbe que sean forzosas. Salvo que a alguien se le ocurra que los niños deberían tener peores condiciones que los adultos, sería de sentido común hacer lo mismo con las escuelas: prohibir los deberes más allá de un número de horas imprescindibles y obligar a los docentes a pactar con las familias qué parte de la educación de sus hijos les van a externalizar.
eldiario
hace alrededor de 2 horas
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