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¿Quién imparte justicia?

¿Quién imparte justicia?
En los últimos años se nos ha presentado al poder judicial como un grupo de señores mayores y de derechas, más próximos a una casta que al conjunto de los mortales, pero los datos desmienten esa caricatura Si hay alguien que conoce el poder judicial, es José Juan Toharia. En unas semanas va a sacar un nuevo libro cuando se cumplen 50 años de la publicación de su tesis doctoral: El juez español. Un análisis sociológico. En ella abordaba el poder judicial durante el franquismo, algo extraordinario para las ciencias sociales, puesto que no existen muchas posibilidades de estudiar una dictadura como él lo hizo. Bajo la supervisión de Juan Linz y amparado por la Fundación Ford, realizó a principio de los años 70 del siglo pasado una encuesta a casi 200 jueces del franquismo (el 20 por ciento de los algo más de mil que formaban entonces la judicatura). El entonces presidente del Tribunal Supremo “se dio por enterado” del estudio que más tarde sería defendido en la Universidad de Yale. E incluso prometió hacer llegar “su no objeción” a la investigación a las distintas Audiencias Territoriales. Todo eran apariencias en un régimen autoritario que estaba dando sus últimos coletazos. Como reveló en su estudio José Juan Toharia, muchos jueces eran conscientes del régimen en el que vivían y esperaban el cambio. Desde entonces, el profesor Toharia ha seguido estudiando el poder judicial desde diferentes perspectivas, especialmente en términos de opinión pública, tanto desde la visión de la ciudadanía como de las opiniones que tienen los mismos jueces. Si nos atenemos a sus datos, hoy el poder judicial es uno de los más modernos del estado, a pesar de la caricatura que algunos hacen de él. Vayamos por partes. La primera censura que se hace de los jueces es un supuesto elitismo. Lo cierto es que, si nos tomamos este reproche con una cierta distancia, puede ser hasta ridículo. En 1970, Richard Nixon propuso como miembro del Tribunal Supremo de Estados Unidos al juez Harold Carswell. Casi todo el mundo era consciente de que no tenía la cualificación necesaria para tan alta magistratura. Pero como era cuestión de tener a un magistrado afín, su candidatura llegó al Senado. El senador Roman Hruska se encargó de defender la propuesta de Nixon: “Incluso si es mediocre, ¿acaso no hay gran cantidad de jueces, de abogados y de personas mediocres? ¿No tienen acaso también derecho a estar representados?” La propuesta de Carswell no prosperó, pero revela cómo algunos pueden confundir la idea de representación con las verdaderas funciones del poder judicial, que no es otra que impartir justicia. Pero si nos vamos a los datos, esta supuesta idea de casta tampoco se sostiene. De media, sólo el 7 por ciento de los jueces proceden de un ámbito familiar dentro del poder judicial. Y en la última promoción esta cifra era del 5 por ciento. De hecho, el 74 por ciento de los jueces no tienen ningún familiar que ejerza o tenga relación con la justicia. Por cierto, unas cifras muy similares a las que descubrió José Juan Toharia en 1972-1973 cuando realizó su encuesta a los jueces del franquismo. El segundo de los reproches es que los jueces son de derechas. De por sí, ya es una objeción intrigante. Si el poder judicial tiene diferentes instancias es para que, por el paso de los distintos niveles, la sentencia se ajuste lo mejor posible a derecho, evitando cualquier sesgo ideológico. Pero, de nuevo, los datos nos pueden dar algunas pistas sobre la veracidad de esta afirmación. En 2023, el 57,8 por ciento de los jueces pertenecía a alguna de las asociaciones. Y si miramos como se repartían, vemos que, sobre el total de los jueces, el 26 por ciento estaban en la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, el 17 por ciento pertenecían a la moderada Francisco de Vitoria, el 8 por ciento estaban adscritos a la progresista Jueces por la Democracia y algo más del 7 por ciento estaban en el Foro Judicial Independiente. Por lo tanto, de estos datos se desprenden dos conclusiones: el poder judicial es muy plural desde el punto de vista ideológico y sobre el total, solo el 26 por ciento se define como conservador. Del resto, o no lo sabemos o no son de derechas. La tercera crítica es que son unos señores muy mayores. Y como veremos a continuación, ni son señores ni son mayores. En los últimos años, la feminización de la profesión ha aumentado mucho. En la 73 promoción, que era la del año pasado, el 70 por ciento de los nuevos jueces eran mujeres. Si miramos a los magistrados y magistradas por debajo de los 40 años, el 67 por ciento son mujeres, algo que contrasta con los mayores de 60 años, donde el 39 por ciento son mujeres. Hoy en día, del total de los casi 5.400 jueces, el 56,3 por ciento son juezas. De hecho, en estos momentos, por primera vez en la historia hay una mujer al frente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. Por lo tanto, la idea de que son unos señores, dicho a veces en tono despectivo, no es cierto. Pero además de eso, tampoco son tan mayores. La edad media de los jueces es de 52,3 años. Pero si nos vamos a la edad media de los españoles entre 30 y 74 años, que es la etapa profesional de un juez, veremos que la edad media de la población es de casi 48 años. Por lo tanto, no son tan “viejos” como nos los pintan. Hoy en día, la judicatura es mayoritaria femenina y con una edad media similar a la población. En definitiva, cuando alguien quiere desacreditar a un colectivo, lo primero que hace es construir una caricatura llena de tópicos y lugares comunes. En los últimos años, se nos ha presentado al poder judicial como un grupo de señores mayores y de derechas, más próximos a una casta que al conjunto de los mortales. Pero lo cierto es que no son una elite de familias vinculadas eternamente al poder judicial, son mayoritariamente mujeres y con unas ideas muy plurales donde solo una cuarta parte puede ser calificada como conservadora. Gracias a los estudios de José Juan Toharia, sabemos mucho más de un colectivo que está siendo tratado en los últimos tiempos de forma injusta. Algunos han pretendido generalizar a partir de uno o dos casos de dudoso ejercicio de la profesión. Pero esto es tremendamente injusto. Es como si habláramos de los políticos tomando como ejemplos a José Luis Ábalos o Luis Bárcenas, afortunadamente dos excepciones dentro del mundo de la política.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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