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Trump y las debilidades de la UE

Trump y las debilidades de la UE
La duda que me suscita tanta docilidad por parte de la UE es si esta se debe a que realmente estamos ante una actitud sólo de debilidad o se esconde otro motivo bastante más preocupante. Si observamos y analizamos la evolución de la UE en estos últimos años, podremos comprobar que se ha tratado de una continua evolución hacia las derechas, ya fuesen más o menos radicales Las severas críticas a los últimos acuerdos entre los EEUU de Trump y Europa se suceden por doquier. Se habla con razón de sometimiento, de imposición, de la debilidad de la UE y, todo ello, es parte de la verdad. La aceptación -salvo la excepción española- del 5% del PIB en gastos de defensa impuesto por Trump ya fue un aviso o advertencia de las intenciones de los yanquis. Algunos pensaron y manifestaron que tampoco estaba tan mal que Europa se rearmara ante la amenaza rusa y, sobre todo, si ello podía contribuir a la fantasmagórica “autonomía estratégica”. El propio canciller alemán ha declarado hace poco que, para ellos, no se trató de un trágala, sino que está en sus intereses transformar Alemania en la primera potencia militar de Europa y, de paso, salir de la crisis económica vía un “keynesianismo militar”. Al mismo tiempo que transmitía la horrenda noticia, que no ha suscitado apenas interés mediático, de que Alemania ya no puede sostener el Estado social del que disfrutaba hasta ahora, mientras programaba el gasto de medio billón de euros en armas. Sin embargo, ahora descubrimos lo que algunos nos temíamos en el sentido de que el susodicho rearme acabaría siendo un suculento negocio para la industria de defensa americana, a la que acabaremos comprando buena parte de las futuras armas ante la incapacidad europea de fabricarlas en nuestros países. Con la deprimente consecuencia de que, en estos tiempos altamente tecnificados, las herramientas de matar no las puede utilizar libremente quien las compra sin la luz verde o beneplácito de quien las vende, lo que aumenta la “dependencia estratégica”, en este caso de los EEUU. Y si no que se lo digan a nuestros desgraciados amigos ucranianos. El consuelo que nos queda es que, según dicen, el famoso 5% no se va a cumplir ni de lejos, en este juego de trileros. No obstante, he expresado, en varias ocasiones, que soy partidario de que la UE se fortalezca en términos de seguridad y defensa si pretendemos algún día ser de verdad autónomos, porque si les seguimos comprando a los americanos los sistemas de armas no seremos independientes jamás. Así que, o ponemos en pie sin dilación una auténtica industria de defensa europea creíble, dentro de un proceso de mayor integración política, o seguiremos haciéndonos trampas en el solitario y engañando al sufrido personal. Después, llegó el turno a los aranceles y aquí la goleada ha sido notable, en la forma y en el fondo. Da realmente grima observar cómo el “emperador” Trump se dirige a una de sus propiedades privadas en un resort, club de golf o lo que sea en Britania -Escocia-, en un viaje particular de vacaciones y se digna recibir en dicha propiedad a Keir Starmer, primer ministro británico, y a Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. A partir de este esperpento posmoderno, el resultado era el previsible: un 15% de peaje o impuesto a todos los productos que exportemos a los EEUU, sin reciprocidad alguna por parte de los americanos. Pobres empresas europeas -y sus trabajadores- que pretendan seguir vendiendo sus manufacturas en el mercado USA, y pobres ciudadanos yanquis -y sus trabajadores- que deseen compran bienes y servicios europeos. Ambos colectivos cuyos intereses le importan, por lo visto, una higa o se la traen al fresco al autócrata Trump.  Sin embargo, lo que ya es de traca es que la UE se comprometa a comprar a los EEUU productos energéticos por valor de más de 600 mil millones de dólares en los próximos tres años, y, además, realizar inversiones en aquel país por una cifra equivalente. Y todo ello en una relación de tipo colonial sin contrapartida por parte de la metrópoli, salvo la de una supuesta protección por parte de los americanos, sin definir en el caso de Ucrania y vaya usted a saber para Europa, si tenemos en cuenta que para Trump la UE se creó para “joder” a los EEUU. Eso sí, la señora Von der Leyen se largó de Escocia muy ufana porque había conseguido que para los automóviles alemanes y algunos otros productos los aranceles habían pasado del 27% al 15%. Ahora bien, ¿por qué ha sucedido todo esto? ¿Por qué la UE se ha sometido a esta humillación y chantaje? Hay quien sostiene que habría sido peor desencadenar una guerra comercial con EEUU, de consecuencias imprevisibles. No soy de esa opinión, entre otras razones porque hay países como Canadá, China o Brasil que no se han sometido al chantaje de Trump y no por ello han sufrido consecuencias inasumibles. Con personajes que negocian mediante intimidaciones de factura mafiosa, las políticas de apaciguamiento no sirven para nada. Ya lo dijo Churchill refiriéndose a la política de Chamberlain respecto a Hitler: entre la guerra y el deshonor, habéis escogido el deshonor y tendréis la guerra. Y así fue, como es conocido. La Comisión Europea ha escogido el deshonor y no por ello apaciguará Trump en sus guerras comerciales y de otro tipo. La prueba es que no se ha cumplido todavía el acuerdo del 15% y ya nos está amenazando con nuevos aranceles por las multas de la UE a Google. No obstante, la duda que me suscita tanta docilidad por parte de la UE es si esta se debe a que realmente estamos ante una actitud solo de debilidad o se esconde otro motivo bastante más preocupante. Si observamos y analizamos la evolución de la UE en estos últimos años, podremos comprobar que se ha tratado de una continua evolución hacia las derechas, ya fuesen más o menos radicales. En los países más importantes -Alemania, Francia- los “ultras” ya son la segunda fuerza; en Italia gobiernan, en Polonia ocupan la presidencia, mientras la socialdemocracia ha sido arrinconada y solo gobierna en España, Dinamarca y Malta, aparte de un papel secundario en Alemania. En el Parlamento Europeo, las derechas ocupan más de los dos tercios de los escaños, y en el Consejo únicamente tres países de 27 tienen presidentes socialistas. Y estas derechas -especialmente en Alemania- no han querido de ninguna manera enfrentarse a los EEUU, ni en el 5% ni en los aranceles ni en el genocidio de Palestina, no sé si tanto por flojera o porque siguen considerando a los EEUU, incluso el de Trump, un líder imprescindible en la defensa de sus intereses y “valores compartidos”, si yo supiera lo que eso quiere decir a estas alturas. La prueba es que mientras a Rusia se le han impuesto múltiples sanciones -con razón- por su ataque a Ucrania, resulta que Alemania y otros son un obstáculo para que la UE adopte una posición digna ante el genocidio perpetrado por Netanyahu, con el respaldo incondicional de EEUU. Dignidad política y moral que nos permitiera pasar de las palabras, miserablemente huecas, a los hechos como pueden ser reconocer al Estado palestino, establecer sanciones o suspender los acuerdos suscritos con Israel. Por lo tanto, no seamos ingenuos. La claudicación ante Trump ha sido vergonzosa, pero no sé si tanto para Alemania y algunos otros Estados. La señora Von der Leyen ha considerado un éxito lo del 15% en los aranceles y el canciller Merz ha declarado que el 5% en defensa no es una concesión a los EEUU, sino una necesidad para Alemania, como ya hemos explicado. En su opinión se ha salvado la alianza UE/EEUU, porque las derechas son incapaces de dar pasos reales hacia la famosa “autonomía estratégica”. ¿O es que somos tan sandios o necios para creer que se puede ser autónomo o independiente comprando las armas y la energía a los EEUU, con Trump o con cualquier otro? En conclusión, me malicio que no estamos solo ante una cuestión de debilidad frente a alguien más fuerte, sino ante una concepción de las derechas que consiste en considerar a los EEUU de Trump un líder imprescindible frente a adversarios, que se consideran sistémicos, como Rusia o China. En una alianza que, como se pudo ver en directo en la última cumbre de la OTAN, se aceptó el liderazgo indiscutible de un presidente americano, uno de cuyos objetivos es, precisamente, cepillarse a la UE que conocemos. Así que dejémonos de jeremiadas, milongas y zarandajas, que esconden en el fondo “viejos intereses nacionales”. Y seamos conscientes de que o integramos más y mejor a Europa, en alguna suerte de federalización, en el que sea el conjunto de la ciudadanía europea la que decida, o seguiremos siendo una especie de colonia o satélite de los EEUU, bailando al son que nos toquen según sus intereses.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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