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El precioso pueblo de León que esconde un castillo y pallozas prerromanas

El precioso pueblo de León que esconde un castillo y pallozas prerromanas
Aislado entre montañas y tradiciones intactas, este rincón del Bierzo guarda vestigios medievales, construcciones ancestrales y un modo de vida rural que resiste al paso del tiempoLa bonita piscina natural de fácil acceso bajo una cascada espectacular Enclavado en uno de los valles más agrestes de la provincia de León, Balboa conserva un carácter ancestral difícil de encontrar en otros lugares de la península. Este pequeño municipio berciano, con poco más de 250 habitantes censados, forma parte de la Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses y atesora un conjunto patrimonial de enorme valor. Al abrigo de los montes, la arquitectura popular ha sobrevivido casi sin alteraciones, convirtiendo al pueblo en un ejemplo vivo de cómo las tradiciones han resistido el paso del tiempo. El acceso a Balboa, a través de la carretera LE-723, anuncia ya un destino especial. A medida que el paisaje se estrecha entre bosques y ríos cristalinos, el entorno rural va revelando su singularidad. Lo que aguarda al visitante no es solo un entorno natural bien conservado, sino un legado cultural que abarca desde los restos de una fortaleza medieval hasta uno de los últimos conjuntos de pallozas de origen prerromano aún en uso en España. En Balboa, la vida se despliega con una calma que parece ajena al calendario. Las aldeas que integran su término municipal mantienen un ritmo pausado, en el que el contacto con la tierra y el respeto a los saberes heredados marcan el día a día. Aquí, los elementos arquitectónicos no son simples vestigios del pasado: son estructuras aún útiles, que han sabido adaptarse sin perder su identidad. Y en ese equilibrio entre tradición y continuidad se encuentra gran parte del atractivo de este enclave leonés. El castillo medieval de Balboa En lo alto de una colina que domina el núcleo principal de Balboa se levantan los restos de su castillo medieval, cuya existencia se documenta desde el siglo XIII. Aunque su estado actual es parcial, conserva la base de su torre del homenaje y varios tramos de muralla. Su ubicación estratégica, en la transición entre Galicia y El Bierzo, le otorgó un papel clave en la defensa y control de los pasos montañosos durante la Edad Media. Durante siglos, el castillo estuvo vinculado a linajes nobles como los Valcarce y más tarde a los Marqueses de Villafranca del Bierzo. A pesar del deterioro sufrido con el tiempo, su estructura ha sido objeto de intervenciones recientes promovidas por la administración autonómica, que han permitido consolidar los muros y mejorar su accesibilidad. Estas actuaciones no solo han frenado su degradación, sino que han convertido el lugar en un recurso visitable dentro de rutas históricas y senderistas. El monumento, declarado Bien de Interés Cultural, se ha integrado de forma natural en el entorno. Desde lo alto del recinto, se obtienen vistas panorámicas sobre el valle, con las aldeas dispersas entre bosques y riberas. Aunque no dispone de visitas guiadas permanentes, su acceso libre permite al viajero detenerse a contemplar no solo los vestigios de un bastión defensivo, sino también el paisaje humano que ha moldeado esta parte de los Ancares durante generaciones. Las pallozas de Balboa Si algo distingue a Balboa de otros pueblos del noroeste es la presencia de pallozas, viviendas tradicionales de planta circular u ovalada, con muros de piedra y tejado vegetal. Estas construcciones, cuyo origen se remonta a tiempos prerromanos, representan una de las formas más antiguas de arquitectura doméstica conservadas en Europa. En la localidad, algunas siguen en uso, mientras que otras han sido restauradas con fines culturales o turísticos. La palloza de Canteixeira es uno de los ejemplos más representativos, actualmente habilitada como restaurante. En su interior, se reproduce fielmente el modo de vida tradicional: espacios compartidos entre personas y animales, fuego central como fuente de calor y escasa compartimentación. Dormir o comer bajo su cubierta cónica de paja permite revivir una forma de habitar perfectamente adaptada a las condiciones climáticas de alta montaña. Varias aldeas del municipio —como Villafeile, Castañeira o Ruidelamas— albergan aún ejemplos de estas construcciones, que requieren un mantenimiento especializado. Su rehabilitación exige conocimientos transmitidos oralmente, como el “teitado” (renovación del techo vegetal), una técnica cada vez menos común. Las iniciativas municipales y comarcales buscan preservar este legado mediante rutas etnográficas y apoyo al turismo rural sostenible, convirtiendo a las pallozas en símbolo de una identidad cultural que sigue viva. En los últimos años, el Ayuntamiento de Balboa y entidades locales han promovido actividades como talleres demostrativos, visitas guiadas y jornadas de difusión para involucrar a la población joven en la recuperación de estos saberes ancestrales. El objetivo es evitar que la falta de relevo generacional ponga en riesgo una arquitectura única, integrada en el paisaje, funcional y resiliente. Las pallozas no son solo un vestigio del pasado, sino una forma de pensar la relación entre ser humano y territorio que aún tiene mucho que enseñar.
eldiario
hace alrededor de 18 horas
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