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Refugios a 1.000 metros: diez pueblos de montaña para huir del calor este verano

Refugios a 1.000 metros: diez pueblos de montaña para huir del calor este verano
Cuando el asfalto arde y los ventiladores no dan abasto, la mejor escapada es hacia arriba. Estos diez pueblos situados por encima de los mil metros prometen aire limpio, noches frescas y vida tranquila al aire libre Donde aún manda la naturaleza: escapadas para ver osos, lobos, linces y quebrantahuesos Cuando en las ciudades las temperaturas rozan los 40 grados y las noches se vuelven insoportables, hay una estrategia que nunca falla: subir. Buscar altura, sombra, agua y naturaleza. Y, ya puestos, un poco de desconexión, porque el verano, para muchos, es la excusa perfecta para huir del día a día. Lejos del aire acondicionado, del asfalto caliente y de las prisas, hay otra forma de superar el calor: rodeado de montañas, escuchando el agua correr y dejando que el día pase sin demasiadas complicaciones. A más de mil metros de altitud, el verano se vive distinto. Las noches refrescan, las tardes invitan al paseo y los pueblos parecen resistirse al calor extremo. Hay caminos que atraviesan pinares, plazas donde el tiempo no pasa y fuentes que siguen brotando con fuerza. Algunos de estos pueblos tienen siglos de historia, otros han sabido reinventarse sin perder su esencia. Todos ofrecen algo en común: aire limpio, naturaleza y tranquilidad. Hemos elegido diez de esos refugios en altura. Están repartidos por distintas sierras de la península, desde los Pirineos hasta Sierra Nevada, y todos superan los 1.000 metros de altitud. Son ideales para pasar unos días de descanso, hacer senderismo, descubrir su patrimonio y, sobre todo, huir del calor. Cada uno tiene su carácter, pero todos comparten ese frescor que tanto se agradece en pleno verano. Valverde de los Arroyos (Guadalajara, 1.257 m) Uno de los pueblos más bonitos de la Arquitectura Negra, en plena Sierra Norte de Guadalajara y a los pies del Pico Ocejón. Valverde está hecho de pizarra, cuarcita y madera, y forma un bonito conjunto de casas, callejuelas y plazas perfectamente integradas en el paisaje. El acceso por carretera ya anticipa la belleza del entorno: curvas suaves entre bosques y montes, hasta llegar a un aparcamiento a la entrada del pueblo, que protege el casco histórico del tráfico. En su Plaza Mayor destaca una fuente peculiar y un espacio dedicado a juegos tradicionales. La iglesia de San Ildefonso, construida en pizarra en 1854, y el Museo Etnográfico, que rinde homenaje a la arquitectura, la vida rural y la actividad textil de la zona, completan la visita. Desde aquí parte la excursión a las Chorreras de Despeñalagua, una cascada de más de 80 metros de caída. Y si hay tiempo, merece la pena acercarse a Zarzuela de Galve, Umbralejo o Almiruete, pedanías y aldeas que mantienen viva la memoria rural. Vinuesa, en Soria. Vinuesa (Soria, 1.105 m) Vinuesa está rodeada de un paisaje de postal: pinares, ríos y montañas por todas partes. Está situada en la llamada Soria Verde, entre la Sierra de Urbión y el Portillo de Pinochos, y muy cerca de la Laguna Negra. El Duero pasa por aquí y forma el embalse de la Cuerda del Pozo, donde a veces, si el agua baja, pueden verse los restos de La Muedra, un pueblo anegado. Además de naturaleza, hay historia: la antigua calzada romana, el puente medieval y la Casa de los Ramos, declarada Bien de Interés Cultural. El casco antiguo mantiene la arquitectura pinariega con sus casonas de piedra, grandes chimeneas cónicas y portadas imponentes. Fue tierra de carreteros y ganaderos, miembros del Honrado Concejo de la Mesta. Las fiestas de la Virgen del Pino y San Roque, con la tradicional Pinochada, están declaradas de Interés Turístico Regional. Y en los alrededores hay rutas para todos los gustos, como el GR 86, y espacios como la Casa del Parque, el Observatorio de Aves o la fuente sulfurosa del Salobral. Gistaín (Huesca, 1.420 m) Situado en el alto valle de Chistau, Gistaín es uno de los pueblos más altos del Pirineo aragonés. Tiene vistas espectaculares al macizo de Cotiella y forma parte del Parque Natural Posets-Maladeta. En el centro del pueblo llaman la atención las tres torres: la de la iglesia de San Vicente Mártir y las dos casas fuertes de El Tardán y Rins, ambas del siglo XVI. El pueblo conserva costumbres muy arraigadas, como sus carnavales, y en sus alrededores hay rutas que conducen a lugares como Biadós, Tabernés o el ibón de Urdiceto. También hay una ermita y una fuente con inscripciones medievales. Es un lugar perfecto para quien busca aire puro, tradición y tranquilidad. Capileira, en la Alpujarra Granadina. Capileira (Granada, 1.436 m) En lo más alto del barranco del Poqueira, en la Alpujarra granadina, Capileira domina uno de los paisajes más espectaculares de Sierra Nevada. Forma parte del Parque Nacional y está declarado Bien de Interés Cultural como conjunto histórico. Sus casas blancas, sus ‘terraos’ de launa y sus calles adaptadas al desnivel del terreno hablan de un origen bereber que sigue muy presente. Desde aquí se accede a rutas hacia el Mulhacén o el Veleta, pero también hay caminos más sencillos que atraviesan antiguos sistemas de riego, acequias y huertas. La iglesia mudéjar de Nuestra Señora de la Cabeza y los miradores al barranco completan la visita. Incluso en pleno verano, las noches invitan a sacar la manta. Navarrevisca (Ávila, 1.257 m) Entre las sierras del Colmenar y del Cabezo, y junto a la garganta Fernandina, está Navarrevisca, un pueblo pequeño pero con mucho que ofrecer. Su origen se remonta a la Edad Media, en la segunda mitad del siglo XIII, cuando pertenecía al concejo de Burgohondo. Hoy conserva ese aire de aldea tranquila, rodeada de montañas, fuentes y senderos. Está a solo 50 kilómetros de Ávila, pero parece mucho más lejos. Las rutas por la zona permiten descubrir paisajes de agua y piedra, y el propio pueblo invita a pasearlo sin prisa. Ideal para quienes buscan naturaleza sin artificios. Plaza del Humilladero, en Candelario. Candelario (Salamanca, 1.100 m) Colgado en la ladera de la sierra del mismo nombre, Candelario es un pueblo de calles empedradas y casas con batipuertas, declarado Conjunto Histórico-Artístico. Las regaderas que bajan por las calles llevan el agua de manantiales y el deshielo, dando al pueblo un sonido constante y fresco. Fue villa chacinera y su historia está muy ligada a la industria del embutido. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción mezcla estilos arquitectónicos y tiene un espectacular artesonado mudéjar. En la entrada del pueblo está la ermita del Humilladero, con un retablo traído de Béjar. Las numerosas fuentes, el entorno natural protegido y las vistas hacen de Candelario un lugar ideal para un verano sin prisas. La Hiruela (Madrid, 1.147 m) En el extremo noreste de la Comunidad de Madrid, dentro de la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón, La Hiruela es uno de los pueblos mejor conservados de la región. Casas de piedra, prados, huertas y riachuelos definen su paisaje. Es turístico, sí, pero aún es encantador. Tiene un museo etnológico y un molino harinero restaurado junto al río Jarama, ideal para una visita en familia. Las rutas de senderismo atraviesan bosques con robles, acebos y tejos. Es un destino que se disfruta relajadamente, donde lo importante es la calidad del aire, del paisaje y del tiempo vivido sin prisas. Abaurrea Alta rodeada de bosques. Abaurrea Alta (Navarra, 1.039 m) Abaurrea Alta, o Abaurregaina, es el pueblo más alto de Navarra y está situado en una meseta con vistas al valle de Aezkoa y al Pirineo. El paisaje cambia según hacia dónde se mire: cultivos hacia el este, prados y bosques hacia el oeste. Desde el mirador de la cantera de San Miguel se tienen vistas amplias y abiertas. Uno de sus atractivos más singulares es el museo de estelas funerarias, instalado en el antiguo cementerio junto a la iglesia. Se trata de un jardín-laberinto donde se exponen estelas discoideas rodeadas de flores. Cerca del pueblo se encuentra una cueva con restos prehistóricos y, en general, es un lugar que combina naturaleza, historia y mucha tranquilidad. Taüll (Lleida, 1.500 m) Situado en la Vall de Boí, Taüll es famoso por su conjunto románico, con las iglesias de Sant Climent y Santa María, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Las pinturas murales originales están en museos, pero las reproducciones permiten apreciar su valor. Es un pueblo de casas de piedra, con dos núcleos urbanos y vistas a un entorno natural imponente. Desde aquí se accede al Parque Nacional de Aigüastortes i Estany de Sant Maurici, con rutas de montaña, lagos y valles. En verano también se puede practicar barranquismo o disfrutar de rutas en bici de montaña. Es un lugar para combinar cultura, deporte y descanso. Plaza de la iglesia de Piornal. Piornal (Cáceres, 1.175 m) Piornal es el pueblo más alto de Extremadura y está situado entre el Valle del Jerte y La Vera. Su arquitectura serrana se mezcla con fachadas pintadas, fuentes en las plazas y calles por donde corre el agua. Desde sus miradores se tienen vistas impresionantes del entorno, y en sus alrededores hay rutas hacia cascadas como la del Caozo o la Desesperá. El museo al aire libre y el Museo de Jarramplas (una fiesta que se celebra en enero, declarada de Interés Turístico Nacional) completan la oferta cultural. También hay piscinas naturales, zonas de pícnic y hides para los amantes de la ornitología.
eldiario
hace alrededor de 18 horas
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