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Escapadas culturales en tren: siete destinos perfectos para un fin de semana sin coche

Escapadas culturales en tren: siete destinos perfectos para un fin de semana sin coche
Con destinos como Sigüenza, Zafra, Jerez, León, Haro, Girona o Vilanova i la Geltrú tenemos grandes planes a solo un tren de distanciaDel Mediterráneo al Atlántico: siete islas cercanas para bajar el ritmo y olvidarse del reloj En un ritmo de vida en el que el coche forma parte de la rutina diaria, con sus atascos, su aparcamiento, su gasolina y sus prisas, hay fines de semana en los que lo único que apetece es dejar las llaves en casa y olvidarse del volante. Pero eso no significa tener que quedarse en el sofá. Cada vez hay más personas que buscan escapadas cómodas, bien conectadas y con atractivo cultural. Y el tren, una vez más, se convierte en el mejor aliado. Si los fines de semana son para descansar, seguro que también hay quien está deseando descansar de tanto coche. Y, por suerte, hay lugares interesantes a los que se puede llegar fácilmente en tren y que se disfrutan mucho más a pie. Destinos que no exigen alquilar un coche ni coger un autobús al llegar. Sitios donde todo está cerca, donde no hay que correr de un lugar a otro, sino pasear con calma, descubrir cosas nuevas, dejarse empapar por su ambiente y, cómo no, aprovechar para comer cosas ricas. Si esta idea te convence, estos siete lugares cumplen de sobra con estos requisitos. Sigüenza (Guadalajara, Castilla-La Mancha) Para muchos, Sigüenza es sinónimo de escapada medieval. Y no es para menos. La ciudad del Doncel tiene catedral, castillo, callejuelas empedradas y hasta leyendas con fantasmas incluidos. Pero lo mejor es que desde que bajas del tren ya no hace falta moverse más: todo lo que hay que ver está cerca. La catedral de Sigüenza, en Guadalajara Hay quien empieza por el castillo, que fue alcazaba musulmana, fortaleza episcopal y hoy Parador. Otros prefieren ir directamente a la catedral, con sus torres gemelas, su sacristía barroca y, sobre todo, el sepulcro del Doncel, ese joven guerrero que descansa leyendo un libro. La plaza Mayor, la casa del Doncel o las iglesias románicas del casco histórico completan la ruta. Si se viaja entre abril y noviembre, se puede llegar en el Tren Medieval, un tren temático que sale de Madrid con actores, dulces típicos y visitas guiadas incluidas. Más fácil, imposible. Zafra (Badajoz, Extremadura) Le llaman la “Sevilla chica” y algo de eso hay. Pero Zafra tiene personalidad propia. Su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es una sucesión de plazas porticadas, callejuelas con encanto y edificios renacentistas. Y sí, todo está a unos minutos de la estación. La Plaza Chica de Zafra. Desde la Plaza Grande hasta la Plaza Chica, todo se recorre a pie. Entre medias aparecen la iglesia de la Candelaria, el convento de Santa Clara o el Palacio de los Duques de Feria, que hoy es Parador. En calles como Boticas o Sevilla se mezclan casas señoriales, comercios tradicionales y terrazas con ambiente. Es fácil sentirse a gusto en Zafra: hay historia, hay buena gastronomía y hay tranquilidad. Y lo mejor: no hace falta coche para disfrutarla. Jerez de la Frontera (Cádiz, Andalucía) Flamenco, vino y caballos. Jerez tiene de todo eso y mucho más. Pero lo mejor para quien busca un fin de semana sin coche es que su estación está muy cerca del centro y todo lo interesante está a distancias asumibles a pie. Sin prisas. Los tabancos de Jerez. Toda una cultura (gastronómica). Desde el Alcázar almohade hasta la catedral barroca, pasando por el barrio de San Miguel o la plaza del Arenal, Jerez se disfruta paseando. No hay que olvidarse de las bodegas, claro. Muchas de ellas están en el casco urbano y ofrecen visitas guiadas con cata incluida. Y si hay suerte, quizá coincida con algún espectáculo en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre o en alguna peña flamenca. Porque aquí la cultura se vive, no se mira desde lejos. Y si hablamos de cultura hay otra que no te puedes perder: la de sus tabancos. León (Castilla y León) Hay ciudades que se prestan especialmente a ser recorridas a pie, y León es una de ellas. La estación de tren está a unos diez minutos del centro, y a partir de ahí, todo fluye: la catedral gótica, con sus vidrieras; la colegiata de San Isidoro, con su panteón románico; la Casa Botines de Gaudí; o el MUSAC si apetece algo contemporáneo. Siempre, claro, dejando un rato para la Plaza del Grano, que es una de las más bonitas de la ciudad. Casa Botines, en León. Entre monumento y monumento, siempre hay tiempo para una tapa. Y más aquí. Porque el ambiente del Barrio Húmedo y el Romántico es parte del viaje. León es de esas ciudades que lo tienen todo a mano y que no necesitan grandes planes. Basta con dejarse llevar y contagiarse con el ambiente de la ciudad, porque eso siempre funciona. Haro (La Rioja) Cuna del vino de Rioja y uno de los mejores sitios de España para hacer enoturismo sin tener que conducir. En Haro todo gira en torno al vino: el Barrio de la Estación, donde se concentran algunas de las bodegas más importantes, está justo donde te deja el tren. 'Haro, capital del Rioja' A partir de ahí, todo se puede hacer caminando: visitas a bodegas, degustaciones, paseo por el casco histórico con sus iglesias, palacetes y calles tranquilas. Y si apetece algo de paisaje, hay rutas sencillas entre viñedos o miradores sin necesidad de salir de la ciudad. Un destino pequeño, manejable, con mucho sabor, y que no suele estar entre los más populares para una escapada de fin de semana. Girona (Catalunya) Pocas ciudades combinan tan bien historia, patrimonio y buen gusto como Girona. Desde la estación, en unos diez minutos a pie, se llega al casco antiguo. Allí esperan la muralla, la catedral, los baños árabes, el Call (una de las juderías mejor conservadas de Europa) y un sinfín de rincones medievales con encanto. Girona, con la catedral y la basílica de Sant Feliu al fondo. El paseo por las orillas del río Onyar y sus casas de colores es casi obligatorio, igual que probar la cocina local, que mezcla productos del mar y la montaña. Girona es una ciudad muy cuidada, con mucha vida cultural y perfecta para un fin de semana relajado, a paso tranquilo y sin necesidad de coche para nada. En definitiva, Girona sorprende, porque quien no la conoce no se suele esperar una ciudad tan medieval. Vilanova i la Geltrú (Barcelona, Catalunya) Es posible combinar mar, cultura y tren. Vilanova i la Geltrú está muy bien comunicada con Barcelona y otras ciudades catalanas, y su estación está en pleno centro. Y aunque tiene playa, también tiene museos, arquitectura modernista y un aire reposado que se agradece. Locomotora de vapor 120-2112. MZA 168. ‘’Martorell’’, de 1854. El Museo del Ferrocarril de Catalunya es uno de los grandes atractivos, y no solo por el guiño al medio de transporte que nos lleva hasta allí. También merece la pena el Museu Romàntic o los paseos por el paseo del Carme, entre palacetes y terrazas. Y por supuesto, siempre está la opción de darse un baño o quedarse mirando el mar. Porque al fin y al cabo, de eso se trata: de olvidar las prisas del día a día, lejos del coche y los atascos.
eldiario
hace alrededor de 15 horas
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