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El pueblo de Castilla-La Mancha que esconde pinturas murales protegidas por la Unesco

El pueblo de Castilla-La Mancha que esconde pinturas murales protegidas por la Unesco
Una antigua iglesia convertida en espacio cultural alberga una intervención artística de grandes proporciones que ha transformado por completo la proyección internacional de esta localidad conquenseUn baño entre naturaleza: el embalse que está entre Cuenca y Guadalajara perfecto para una escapada refrescante Ubicado en la provincia de Cuenca, el municipio de Alarcón se presenta como uno de los núcleos más destacados de la comarca de La Manchuela. Su emplazamiento en lo alto de un meandro del río Júcar, dentro de un entorno geográfico accidentado, le otorga un carácter estratégico que explica la estructura fortificada que aún conserva. La localidad cuenta con un patrimonio arquitectónico de origen medieval y renacentista que permanece bien preservado, con elementos como su castillo, sus murallas y varias iglesias que han superado el paso del tiempo. Pese a su reducido número de habitantes —en torno a 150 personas—, el municipio ha adquirido relevancia cultural a partir de la reconversión de uno de sus edificios religiosos. La iglesia de San Juan Bautista, que había quedado sin uso tras su desacralización, se transformó en la sede de un proyecto pictórico contemporáneo desarrollado entre los años noventa y principios del nuevo siglo. La intervención, de grandes dimensiones, fue ejecutada por el artista Jesús Mateo y actualmente se encuentra protegida por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El reconocimiento internacional de este conjunto mural ha contribuido a incrementar el interés por esta población castellanomanchega, que ha pasado de ser un destino local a recibir visitantes procedentes de distintos puntos del país. La iniciativa artística, sumada a los recursos históricos y paisajísticos ya existentes, ha generado una oferta patrimonial que se articula en torno al arte, la arquitectura defensiva y el entorno natural. Castillo de Alarcón. Pinturas murales protegidas por la UNESCO La iglesia de San Juan Bautista, situada en la parte alta del casco histórico, fue el lugar escogido por Jesús Mateo para desarrollar un conjunto pictórico de más de 1.500 metros cuadrados. La intervención se llevó a cabo entre los años 1994 y 2002, primero de forma autónoma y más adelante con el respaldo institucional de la UNESCO. El organismo internacional declaró el proyecto de interés artístico mundial en 1997, lo que permitió su conservación y difusión a través de redes culturales. El mural se distribuye por la totalidad del espacio interior del templo: muros, bóvedas, pilares y ábsides. La propuesta no responde a escenas figurativas tradicionales, sino que se estructura en torno a símbolos y formas abstractas que representan conceptos relacionados con la vida, el origen y la relación entre el ser humano y el medio natural. Los elementos pictóricos fueron pensados para integrarse en la arquitectura preexistente sin modificarla ni alterar su estructura. Jesús Mateo trabajó en solitario durante varios años, apoyado por financiación de carácter local y pequeñas ayudas públicas. Posteriormente, tras la declaración de la UNESCO, el proyecto adquirió una dimensión institucional que aseguró su mantenimiento. La obra no está integrada en el circuito museístico tradicional, sino que se presenta como una instalación estable dentro de un edificio histórico. Las visitas se realizan con cita previa o en grupos organizados, lo que permite un acceso regulado al espacio y al contenido artístico. La elección del lugar no fue casual. La iglesia, desacralizada y cerrada al culto, presentaba signos de deterioro estructural que amenazaban con su pérdida definitiva. La intervención pictórica contribuyó a su restauración parcial y evitó su abandono. Actualmente, el edificio funciona como centro cultural y sede permanente del mural. A través de visitas guiadas y material interpretativo, los visitantes pueden recorrer los diferentes segmentos de la obra, que sigue un orden temático vinculado a los elementos de la naturaleza: tierra, agua, fuego y aire. La iniciativa no solo cumplió una función artística, sino también de conservación patrimonial. El uso no litúrgico del templo permitió mantener su uso comunitario, al tiempo que se consolidaba como atractivo turístico. El reconocimiento de la UNESCO no conllevó una declaración de Patrimonio Mundial, pero sí el respaldo como bien de interés artístico singular, lo que facilitó su promoción a nivel nacional e internacional. La singular combinación entre legado histórico, paisaje protegido y una intervención artística de escala monumental ha permitido que Alarcón trascienda su tamaño y ubicación para situarse como referente cultural en el interior peninsular. En un contexto en el que muchos municipios rurales luchan por mantener su vitalidad, este enclave conquense ha logrado articular una propuesta coherente que pone en valor su pasado sin renunciar a expresiones contemporáneas.
eldiario
hace alrededor de 14 horas
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