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El GIAT, el grupo de la Guardia Civil que vigila las redes sociales en busca de infracciones de tráfico

El GIAT, el grupo de la Guardia Civil que vigila las redes sociales en busca de infracciones de tráfico
Circular en sentido contrario, excesos de velocidad o maniobras peligrosas: este tipo de comportamiento está tipificado como delito en el Código Penal y conlleva penas que van desde los seis meses hasta los dos años de prisiónLos riesgos para la seguridad de que tu coche no pase la ITV a partir del quinto año de antigüedad “Compartir vídeos conduciendo a 200 por hora no es una forma de llamar la atención, es un delito”: así advertía el jefe del Grupo Central de Investigación de Tráfico en Madrid sobre las consecuencias de difundir vídeos cometiendo infracciones de tráfico que pueden llegar a ser delitos penales. En los últimos años, las redes sociales se han convertido en un escaparate donde muchos usuarios comparten momentos cotidianos, logros personales o incluso situaciones que rozan la ilegalidad. En el caso del tráfico, no son pocos los conductores que presumen de sus imprudencias al volante, sin prever que ese contenido puede acabar en manos de la Guardia Civil. En esta nueva realidad digital, el Grupo de Investigación y Análisis del Tráfico (GIAT) ha asumido un papel fundamental en la persecución de delitos contra la seguridad vial cometidos o difundidos a través de internet. Las infracciones más comunes incluyen excesos de velocidad, adelantamientos temerarios, conducción bajo los efectos del alcohol o drogas, circular en sentido contrario o grabarse mientras se conduce sin prestar atención a la carretera. También se detectan concentraciones ilegales de vehículos, “kedadas” organizadas para realizar carreras clandestinas o realizar maniobras peligrosas como derrapes y trompos en zonas públicas. El proceso de investigación Esta unidad dependiente de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, compuesta por más de 200 agentes distribuidos por toda la geografía española, no se limita a patrullar carreteras o controlar alcoholemias. También se centra en investigar conductas ilícitas vinculadas al tráfico, muchas de ellas detectadas en el entorno digital. Estos especialistas analizan publicaciones en plataformas como TikTok, Instagram, Facebook o YouTube, donde algunos usuarios, en busca de notoriedad, comparten vídeos que los delatan cometiendo infracciones graves o incluso delitos penales. La tarea del GIAT no solo se nutre del rastreo activo de contenido en redes sociales, sino también de la colaboración ciudadana. A través de canales como el formulario de Colaboración Ciudadana en la web de la Guardia Civil o mediante el correo electrónico, cualquier persona puede aportar vídeos, capturas o enlaces que alerten sobre posibles delitos. Esta participación se ha convertido en una herramienta clave para iniciar muchas de las investigaciones. Las investigaciones del GIAT pueden durar desde unas semanas hasta varios meses, dependiendo de la calidad del material recibido y de la dificultad para identificar a los responsables. No basta con ver el vídeo. Los agentes deben reunir pruebas sólidas que permitan imputar al autor de la infracción. Para ello, emplean herramientas tecnológicas avanzadas, como el sistema LINCE, que permite cotejar bases de datos y localizar vehículos a través de características técnicas o visuales. Casos reales: de las redes sociales al banquillo Los agentes deben reunir pruebas sólidas que permitan imputar al autor de la infracción Uno de los casos más notorios investigado por el GIAT tuvo lugar en Segovia, donde un joven de 23 años fue localizado tras publicar un vídeo en el que conducía a 264 km/h por una autovía. En el vídeo, grabado desde el interior del coche, el velocímetro superaba con creces los límites permitidos. Al analizar las imágenes, los agentes del GIAT identificaron el modelo del vehículo, la carretera y el momento del día en el que fue grabado el vídeo. El conductor, además, no tenía carné, y el coche pertenecía a su padre, quien también fue implicado como cooperador necesario. Ambos podrían enfrentarse a penas de prisión de hasta seis meses. Otro caso, en La Rioja, evidenció el riesgo de la conducción temeraria en edad avanzada. Un hombre de 71 años fue grabado mientras conducía en sentido contrario por la A-12. El vídeo, difundido por TikTok, generó una gran alarma social. Tras una investigación rápida, el GIAT logró identificar al conductor, quien reconoció los hechos. Este tipo de comportamiento está tipificado como delito en el Código Penal y conlleva penas que van desde los seis meses hasta los dos años de prisión, además de la pérdida del derecho a conducir durante varios años. La colaboración ciudadana, un pilar esencial Uno de los aspectos que más destaca el GIAT es la implicación de los ciudadanos en la denuncia de estos delitos. En 2023, se recibieron más de 150 comunicaciones ciudadanas alertando sobre comportamientos delictivos relacionados con el tráfico. De estos, 119 casos derivaron en investigaciones por posibles delitos penales. Las autoridades insisten en que grabar y difundir una infracción no es inocuo. Aunque muchos infractores crean que pueden escapar al anonimato o borrar los rastros digitales, la experiencia del GIAT demuestra lo contrario. En la mayoría de los casos, el autor es identificado y acaba enfrentándose a consecuencias legales, muchas veces más graves que una simple multa. El capitán Garciamartín, jefe del Grupo Central de Investigación de Tráfico en Madrid, subraya que “compartir vídeos conduciendo a 200 por hora no es una forma de llamar la atención, es un delito”. Añade que, con el tiempo, los métodos del GIAT se han perfeccionado, y hoy en día pocas infracciones de este tipo quedan impunes.
eldiario
hace alrededor de 10 horas
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