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Más allá del calor: Los peligros del sol en tu coche y en tu salud este verano

Con la llegada del verano y el aumento de las temperaturas, la preocupación por el calor en el interior del coche es constante. Sin embargo, un nuevo análisis revela que la exposición solar va mucho más allá de la incomodidad térmica, provocando una serie de efectos perjudiciales que impactan directamente en la seguridad, la salud de los ocupantes y la eficiencia del vehículo. Lo más sorprendente: aproximadamente el 60% del calor que entra en el habitáculo lo hace a través de los cristales, especialmente el parabrisas. Cuando un coche se estaciona bajo el sol en un día caluroso, la temperatura interior puede superar los 60ºC, llegando a los 85ºC en superficies como el salpicadero. Este fenómeno, conocido como «efecto invernadero», se produce porque la radiación solar, compuesta por infrarrojos y luz visible, penetra fácilmente a través de los cristales, calienta el interior y queda atrapada, ya que la energía no puede escapar con la misma facilidad. Solo un 20-30% del calor procede de la carrocería, mientras que el motor y la batería (en vehículos eléctricos) contribuyen en menor medida. Más allá del insoportable calor, la radiación solar supone un riesgo para la salud. La mayoría de los vehículos no ofrecen suficiente protección contra los rayos UV a través de sus ventanillas laterales. La exposición acumulativa a estos rayos, que es especialmente alta dentro del coche, se asocia al 90% de los cánceres de piel y se ha demostrado que produce daños asimétricos en conductores habituales, afectando más al brazo y lado de la cara expuestos. Aunque algunos modelos modernos ya incorporan ventanillas laminadas que bloquean estos rayos, en muchos otros vehículos solo el parabrisas ofrece esta protección. El impacto del sol también se extiende a la eficiencia y sostenibilidad del vehículo. Temperaturas internas elevadas obligan al aire acondicionado a trabajar más, lo que se traduce en un incremento del consumo de combustible: un 4,6% en diésel, un 3,8% en gasolina y hasta un 6,1% en híbridos, según estudios. Soluciones como los cristales laminados o la instalación de láminas especiales en las ventanillas traseras pueden reflejar hasta el 99% de los rayos infrarrojos y bloquear los UV, permitiendo un uso más eficiente del aire acondicionado y, por ende, un menor gasto. Pero los peligros del sol no terminan ahí. A nivel mecánico y estructural, las altas temperaturas provocan un estrés considerable en varios componentes del automóvil. Según explican desde Carglass, los parabrisas son más propensos a romperse por las diferencias térmicas extremas; la pintura sufre un envejecimiento prematuro, al igual que las escobillas limpiaparabrisas, las juntas de goma de la carrocería y los adhesivos que fijan el parabrisas. Internamente, la batería, los componentes electrónicos y los manguitos de goma también ven afectada su vida útil por la exposición constante al calor. Además, a elevadas temperaturas, los materiales del habitáculo y del exterior del coche pueden liberar compuestos orgánicos volátiles (COVs), que también pueden influir en la calidad del aire. En definitiva, la próxima vez que el sol apriete, recordar que sus efectos van más allá de un interior caluroso es clave. Proteger el coche del sol no solo aumenta el confort, sino que también contribuye a la seguridad, la salud de los ocupantes y la durabilidad de los componentes, además de optimizar el consumo de energía.

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