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Haga usted como yo, no se meta en periodismo

Haga usted como yo, no se meta en periodismo
¿En qué momento hemos normalizado que un periodista tenga que cambiar de acera para no ser increpado o agredido en la calle, reciba insultos y amenazas en redes sociales, y ahora también sea hostigado por fascistas con micrófono? Anda tan caliente la vida política, se montan tales broncas en el Congreso y en los parlamentos autonómicos (especialmente el madrileño), que tememos que cualquier día sus señorías acaben a golpes, como en aquellas escenas bochornosas tantas veces vistas en el parlamento italiano y en otros países. Cuando la democracia se degrada es fácil pasar de los insultos a las manos, y aquí llevamos tiempo jugando con fuego. Lo que no vimos venir es que las hostias en el Congreso llegasen antes a la sala de prensa que al pleno. En esas estamos, y no porque haya crispación entre periodistas de izquierda y de derecha, que siempre han convivido amistosamente: es que se han infiltrado matones ultraderechistas que usan su acreditación para reventar ruedas de prensa, encararse con periodistas, animar su linchamiento en redes sociales, y ahora también acosarlos y agredirlos a la puerta del Congreso, como le ha pasado a nuestro Antonio Maestre. Cómo será la cosa, que los propios periodistas parlamentarios se plantaron y exigieron una reforma en el reglamento para controlar y sancionar a los matones. ¡Periodistas pidiendo que les controlen y sancionen, dónde se ha visto! Hasta ahí ha llegado el hartazgo, y supongo que también el miedo, pues quienes plantan cara se ven luego señalados en redes sociales. Todo ello con el visto bueno del PP, siempre en el lado correcto. ¿En qué momento hemos normalizado que un periodista, Maestre o tantos otros -incluido el director de este periódico-, tenga que cambiar de acera para no ser increpado o agredido en la calle, reciba insultos y amenazas en redes sociales, y ahora también sea hostigado por fascistas con micrófono? Supongo que poco después de que normalizásemos que ministros, diputados y dirigentes políticos tengan que cambiar de acera para no ser increpados o agredidos en la calle (o en el tren, como Óscar Puente), reciban insultos y amenazas en redes sociales (las que contó ayer la ministra Alegría), y sean hostigados por fascistas con micrófono. Y no mucho después de que normalizásemos que todo un vicepresidente del gobierno y una ministra sufriesen acoso violento durante meses a la puerta de su casa. ¿Está clara la secuencia, o tengo que sacar otra vez el manoseadísimo poema de Niemöller? Sigue la línea de puntos: políticos de Podemos. Políticos de izquierda en general. Periodistas críticos. Periodistas en general. Y en algún momento te acabará tocando a ti también, serás hostigado por expresarte o manifestarte, si es que no te ha pasado ya. El objetivo de los violentos, ya se disfracen de periodistas, se escondan en las redes, o difundan bulos y fotos personales por Telegram como Alvise, está claro: meter miedo. Que nos lo pensemos bien antes de ir en una lista electoral, aceptar un cargo público, poner la cara por una causa, y ahora también escribir en prensa o participar en tertulias televisivas. Que no nos metamos, porque se nos complica la vida y nos podemos llevar una hostia. Parafraseando aquella siniestra gracieta sobre la política, atribuida a su añorado Franco: “haga usted como yo, no se meta en periodismo”. En democracia no necesitamos políticos heroicos, y mucho menos periodistas heroicos o ciudadanos heroicos. Lo que necesitamos es que la democracia se defienda de sus enemigos. Para empezar, sacándolos del Congreso. Y mientras, tendremos que defender a los nuestros, que sepan que no están solos. Mucho ánimo y fuerza, compañeros.
eldiario
hace alrededor de 15 horas
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