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La vuelta de las vacaciones es momento de poner a punto nuestro vehículo

El verano se acaba y los más afortunados habrán pasado temporadas largas con el coche en la playa. Aunque pasar tiempo lejos del trabajo y cerca del aire salino está demostrado que tiene beneficios psicológicos –y enfrentarse a la vuelta genera estrés–, pero el entorno marino es particularmente dañino para los elementos de los vehículos, especialmente la pintura y partes metálicas como frenos, amortiguadores y chasis, propensos a la corrosión. Los coches también se habitúan a los entornos en los que se mueven con normalidad y pasar de un ambiente seco a otro húmedo, caliente y con presencia de salitre hace que las superficies se muestren particularmente frágiles a un nivel microscópico. Si a esto añadimos vientos con arena, el deterioro se acelera. Por ello, es importante tener en cuenta dónde se aparca en la playa. Nunca es bueno dejar un coche todo el día al sol –aunque a veces es inevitable– y hacerlo daña los elementos de goma, como los aislamientos de puertas y ventanas. Además, esto supone que tocará enfrentarse a uno de los temibles eventos del verano: tapicería y volante ardiendo. Para enfriar el coche, lo más efectivo es abanicar el interior con la puerta para generar convección antes de empezar la marcha. Según Francisco Javier Fuentes, «la mayoría de los automovilistas debería realizar una revisión previa a comenzar las vacaciones, un hábito muy recomendable de cara a garantizar la máxima seguridad en los desplazamientos estivales. Además, es muy importante hacer una puesta a punto a la vuelta a la rutina. El verano tiene sus efectos sobre diferentes aspectos de nuestro vehículo, por lo que es necesario hacer un chequeo para que esté listo para el comienzo de otra etapa». La red de talleres señala que el motor es uno de los elementos que más sufre con las altas temperaturas del verano –y el órgano fundamental de cualquier vehículo–. Con la ola de calor que ha atravesado la Península, los radiadores y los sistemas de refrigeración de los más de 30 millones de vehículos que circulan por nuestras carreteras, sin contar a los extranjeros, se han visto obligados a hacer un esfuerzo adicional para mantener las temperaturas bajo control. A la vuelta de las vacaciones, es esencial comprobar el nivel del líquido refrigerante, así como los manguitos, dado que el material de goma también se degrada con el calor y el salitre. Una fuga en este sistema, junto con la temperaturas altas pueden darnos un fallo en el motor que nos deje tirados en el arcén. Los expertos recomiendan renovar el líquido con glicol a partir de los dos años, o cuando se cumplan 40.000 kilómetros, mientras que los refrigerantes orgánicos, cada cinco años o 80.000 km. Los frenos, elemento crucial en la seguridad, son una de las piezas que más se calientan por la fricción con el disco al ejercer presión. Si a esto le sumamos una temperatura exterior elevada, es fácil que quemen y empiecen a perder efectividad, tanto las pastillas como el disco, y frenar menos. Precisamente por su función básica de detener el coche, los fabricantes les dotan de tolerancias elevadas para garantizar que se mantiene esta capacidad. Sin embargo, si están muy calientes, pueden afectar a los latiguillos que transportan el líquido de freno. Comprobar que están bien es sencillo y puede ahorrar un susto En cuanto al sistema eléctrico, la temperatura ideal de funcionamiento de una batería es de 25º, algo que en verano se tiene suerte de ver solo en la noche. Es importante prestar atención a los síntomas de su desgaste, como dificultad para arrancar el motor o poca intensidad de las luces. Además, si se ha estado en un ambiente marítimo, es posible que los conectores y bornes del acumulador se hayan oxidado. Comprobar la batería de un coche con un voltímetro es sencillo: se hace una lectura en el modo de corriente continua con el motor apagado. Una lectura de entre 12,6 y 12,2 voltios significa un buen estado. Por debajo de 12,2 indica que empieza a estar débil y si, una vez arrancado el coche lee por debajo de 10 voltios, la batería está descargada y necesita circular un rato para recargarse con el motor o ser reemplazada. Para ello, es tan sencillo como encontrar el modelo adecuado que encaje en el hueco del motor. En cuanto a los neumáticos, la rodadura durante largas distancias provoca que aumenten considerablemente de temperatura, algo que se amplifica si se hace sobre el negro asfalto al sol. Esto afecta a la presión de los neumáticos, que aumenta y modifica su contacto con el asfalto. Siempre es importante comprobarla antes de emprender la marcha, dado que los reventones se producen más por problemas con el inflado de las ruedas que por objetos que las perforan. Además, una presión correcta se traduce en unos consumos más contenidos.

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