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¡Gracias, Majestades!

Acabamos de comprobar por enésima vez las dos caras de la moneda, –la positiva y la negativa–, en el apoyo institucional al drama de los incendios. Don Felipe y Doña Letizia se desplazaban de nuevo a las zonas afectadas por el fuego, a mostrar de su parte y del resto de los españoles el apoyo a los compatriotas damnificados, y a reconocer el esfuerzo de los equipos de emergencia. Y a la par, Sánchez, ¡de vacaciones de lujo en La Mareta o en Andorra! Mientras la Monarquía transmite (y recibe) cariño y solidaridad, el actual gobierno sanchista evita el contacto con el ciudadano, y prefiere no arriesgarse a que le suceda como en la dana de Valencia: que los reyes soportaron estoicamente hasta el lógico enfado de determinadas personas, y Sánchez tuvo que salir escoltado. Cuando se da prioridad a acompañar a los que sufren las consecuencias, –como bien hacen los reyes–, la historia (y la hemeroteca) recordarán a quienes de verdad estuvieron donde realmente tenían que estar. ¡Gracias, Majestades! David García . Madrid El final del verano, cantaba el Dúo Dinámico, ha llegado y toca retomar la actividad o aumentar su ritmo. Pero ¿qué ocurre con la solidaridad? ¿se retoma? La solidaridad no deberá cerrar porque tampoco cesan nunca las situaciones de injusticia, pobreza o vulnerabilidad. Asociamos el final del verano con el fin de un periodo de disfrute. Pero no todo el mundo tiene vacaciones. A las puertas de entidades como Cáritas han llegado en agosto familias con su maleta, sin un lugar donde ir, personas que no tenían cómo pagar recibos, y otras sin poder enfriar sus casas en plena ola de calor. Para estas personas el final del verano puede ser un alivio, un momento en el que la actividad que se retoma traiga esperanzas. Que el final de verano nos haga reflexionar y pensar en quienes ahora esperan una nueva oportunidad y nos convirtamos en ejemplo de caridad y de amor de verdad. María Ángeles Altozano . Madrid

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