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No me salen las cuentas

No me salen las cuentas
La UE se hace trampas al solitario. El Consejo Europeo aprobó el 17 de julio comprar a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suiza y Noruega "productos petrolíferos refinados a partir de crudo ruso". No a la India -castigada con un 50% en el acuerdo de comercio con Estados Unidos por comprar gas a Rusia- ni a cualquier país tercero. La justificación: evitar que entre crudo ruso -barato- a la UE "por la puerta de atrás" Yo, que soy de letras, sigo haciendo números. No me salen las cuentas de lo que nos va a costar la defensa de “un ataque preventivo de la URSS” (a este paso, vamos a recuperar para la Generación XYZ la canción del grupo ochentero 'Polanski y el ardor'). El presidente estadounidense Donald Trump le ha dado un ultimátum a su homólogo ruso Vladímir Putin, enviando dos submarinos nucleares cerca de Rusia para que detenga la guerra en Ucrania, mientras amenaza con aumentar las tarifas comerciales a la Unión Europea hasta el 35%, diez días después del atraco a mano armada sufrido por el gobierno de Bruselas en Turnberry (Escocia, Golf Resort). Y les vamos a necesitar, a los marines, porque la industria europea de defensa está en mantillas, hasta 2030, y sin gas -barato- ruso para ponerla en marcha, excepto el que le compremos a Estados Unidos, según aprobó el Consejo de la Unión Europea. A Rusia no le ha hecho ni cosquillas lo de los dos submarinos -normalmente hay cuatro ya apostados en el Atlántico, Pacífico, Índico-, más allá de un cruce de amenazas de patio de colegio en las redes entre Donald Trump y Dmitry Medvedev. El expresidente de Rusia mencionó la capacidad “soviética” para lanzar ataques nucleares automáticos, recordándole a Trump la “mano negra”. Se trata de un mecanismo de seguridad de la época de la URSS, que dispararía de forma automática las ojivas nucleares en caso de que toda la cúpula militar rusa fuera aniquilada. Entre los marines y el atraco, la Unión Europea se hace trampas al solitario. En su 18º paquete de sanciones económicas a Rusia, aprobado el 17 de julio pasado, el Consejo Europeo aprobó comprar “productos petrolíferos refinados a partir de crudo ruso” -barato-, que incluye el gas licuado de hidrocarburos, a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suiza y Noruega. No a la India -castigada con un 50% en el acuerdo de comercio con Estados Unidos por comprar gas a Rusia- ni a cualquier país tercero. Que no, que no se los podemos comprar, excepto a los cinco arriba nombrados. ¿Por qué? Dice el Consejo de la Unión Europea, para que no entre crudo ruso al territorio de la Unión “por la puerta de atrás”. Esto que es público y ha sido publicado no ha tenido la repercusión que merece. A ver, ¿sumamos al coste de nuestra defensa la comisión que se llevan los intermediarios del gas ruso, amigos y vecinos de la Unión Europea? ¿Será esta intermediación más barata que la de la India? ¿Nos van a hacer precio de amigos? Tal vez, porque aquí es donde llega Lady Henrietta. ¿Quién dijo gas? Y petróleo, lo que haga falta siempre que nos lo venda “uno de los nuestros” y al precio estipulado por la UE -rebaja de 60 a 47,6 dólares por barril-. Que éste es el precio legal al que, en caso de transferencia ship to ship, podía descargar el petrolero ruso Lady Henrietta en Gibraltar el pasado 23 de julio, una vez aprobada esa cláusula extraña de que nosotros no podemos comprar gas o petróleo a Rusia, pero Estados Unidos y otros países amigos, sí. “El buque proporcionó la certificación pertinente que confirmaba que la carga cumple con los requisitos del límite máximo del precio del petróleo”, dijo la nota del Gobierno de Gibraltar ante el escándalo de la llegada del buque a puerto. Y eso pese a la circular portuaria de 2024 que prohíbe la entrada de buques rusos en el puerto de Gibraltar. Recapitulemos. A los detalles del acuerdo quasi unilateral de comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea -primero, del 15%, ahora, del 35%-, hay que sumarle el 5% de gasto en defensa y seguridad de cada país para la OTAN, con la valiente oposición del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ante las demandas de Trump y del secretario general de la OTAN, Mark Rutte. El ex primer ministro holandés, que se reía a carcajadas junto al presidente estadounidense en la Casa Blanca, amenazó con que los Estados miembros debían recortar en partidas sociales: sanidad, educación y otros beneficios pilares del Estado de Bienestar. Francia comenzó con la ridícula medida de eliminar tres festivos del calendario laboral. A esas cifras porcentuales se añaden los 850.000 millones de la hoja de ruta para el rearme de Europa y los 600.000 millones de “inversión masiva” europea en Estados Unidos. Así, grosso modo. Aunque a España, isla energética junto a Portugal, no iba a llegar el gas -barato- ruso por la eterna oposición de Francia a que nada cruce los Pirineos. Aquí, el presidente Sánchez también se puso en su sitio, dio un golpe en la mesa y se levantó del Consejo Europeo en marzo de 2022 para que le aprobaran la “excepción ibérica”. Es decir, la posibilidad de regular a nivel nacional el precio del mercado energético saliéndose del marco comunitario, vistas las subidas astronómicas del precio de la luz durante el año anterior. Porque a nosotros el gas nunca nos ha llegado barato. Tal vez, un poco, el de Argelia. Pero nos dimos un tiro en el pie “regalándole” el Sáhara a Marruecos y los argelinos se enfadaron un poco. Ahora lo venden un 20% más barato, pero a Italia. No pasa nada. Tenemos un proyecto, recuperado de la legislatura anterior de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para incentivar la industria de defensa en la Unión. En aquel momento, 2019, la guerra no estaba ni se la esperaba. ¿O sí? Pero contábamos con una inestimable ventaja: el gas -barato- ruso. Bueno, barato para la Europa continental, con Alemania como distribuidor desde el gasoducto Nord Stream en su costa norte y saboteado hace casi tres años, ahora dicen que por los ucranianos. Daremos gracias a Trump si no nos envía algún que otro submarino nuclear.

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