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Vuelve el Panda, ahora a lo Grande

Vuelve el Panda, ahora a lo Grande
El modelo italiano reencarna el aire desenfadado y juvenil del coche de los 80 en una versión eléctrica que permite recorrer unos 300 km entre recargas pero no es la mejor en eficiencia Con la prueba del Fiat Grande Panda del que tratamos hoy, concluye para nosotros un verano en el que hemos podido conducir algunos de los modelos eléctricos de tamaño y precio reducidos que más protagonismo -eso esperamos, al menos- van a tener en los próximos tiempos. La muestra ha incluido el Renault 5 E-Tech, el Hyundai Inster, el Dongfeng Box y, ahora, el modelo italiano, un auténtico revival del Panda de los años 80. Para evitar confusiones, recordemos que Fiat incorpora el Grande Panda a una gama donde sigue a la venta el Panda (a secas), que a su vez se ofrece en dos variantes: una básica bautizada Classic y otra más pintona y juvenil que ahora se conoce como Pandina y que probamos también hace pocas semanas, a finales del mes de junio (puedes leer aquí el artículo). El diseño exterior del Grande Panda es audaz y vistoso. Centrándonos ya en el Panda grande, aclaremos por último que se trata de la variante made in Fiat del modelo que Opel comercializa como Frontera y Citroën, como C3 Aircross. Hablamos de un SUV del segmento B que roza los cuatro metros de longitud y cuya distancia entre ejes, de 2,54 m, permite acomodar a cinco personas en su interior y cumplir, por tanto, como coche para parejas jóvenes con un par de niños que no pueden o no quieren realizar un desembolso más cuantioso de la cuenta. A esta utilización familiar contribuye sin duda un maletero que no está nada mal para un vehículo de estas dimensiones. Proporciona 361 litros de capacidad en la versión eléctrica que hemos conducido nosotros y 412 litros en la híbrida ligera que acaba de llegar al mercado, con lo que sirve para mucho más que para transportar la compra, que es prácticamente lo único que se puede hacer con los 225 del Panda normal. El nombre del modelo aparece embutido en la parte inferior de las puertas. El Grande Panda está lleno de guiños al modelo nacido en 1980. El frontal, asimétrico, presenta un patrón de píxeles que remite a videojuegos de aquella época, como el Tetris, y las ópticas traseras se inspiran claramente en las del primer Panda. Dentro, Fiat se homenajea a sí misma al enmarcar el cuadro de instrumentos y la pantalla central en un cerco traslúcido que rinde tributo al histórico circuito de Lingotto y por el que rampa además un cochecito en miniatura. La versión de pruebas completaba su cuidado habitáculo con una guantera suplementaria fabricada a partir de fibra de bambú. La guantera superior fabricada con fibra de bambú; en primer término, el cochecito emplazado en la pieza traslúcida que rodea la instrumentación. Todo este conjunto de detalles, tanto exteriores como interiores, nos autorizan a considerar el Grande Panda el más currado y vistoso de los trillizos de Stellantis antes mencionados. En los tres modelos se ha buscado abaratar costes para ofrecer precios competitivos a la clientela, pero el de Fiat es el que, a nuestro parecer, mejor ha sabido conjugar sencillez con gracia. Es ingenioso, por ejemplo, el recurso de embutir el nombre de la marca en el portón trasero -y el del modelo en la parte inferior de las puertas-, solución que reduce el coste de fabricación y al mismo tiempo opera como elemento de diseño. Otro alarde genuino de ingenio: la versión eléctrica lleva por defecto el cable de carga camuflado bajo una tapa situada en el frontal del coche. Lo mejor es que el cable, de 4,5 metros, se desenrolla como el de una aspiradora -enrollarlo cuesta más, para ser justos- a fin de que no se ensucie y no ocupe espacio en el maletero. Cable de carga enrollable en el frontal. Mediante esta toma, el vehículo se recarga a un máximo de 7 kW. Quien quiera mayor potencia puede solicitar, por 400 euros, una salida convencional, esta ya emplazada en el lateral izquierdo, que admite hasta 11 kW en corriente alterna y 100 kW en continua. Más allá de elementos concretos, creemos la firma turinesa acierta al revivir el aire alegre y desenfadado del Panda original, algo que queda de manifiesto en una paleta de colores que huye de colores convencionales y comprende solo tonalidades vivas como el amarillo Limón (en las imágenes), el Bronce Lunar, el verde Acqua, el azul Lago, el rojo Pasión, el negro Cinema y el blanco Gelato. Aspecto general del salpicadero del Fiat Grande Panda. Más consumo del esperado Esta versión del Grande Panda cuenta con un sistema de impulsión compuesto por un motor de 113 caballos y una batería de 44 kWh que le permite recorrer teóricamente 320 kilómetros entre recargas. Para tratarse de un eléctrico, no es un coche especialmente pesado (algo más de 1.600 kilos en el acabado más completo, La Prima), y sin embargo su consumo oficial en ciclo WLTP llama la atención por lo elevado: 16,8 kWh/100 km. El uso que hemos hecho de él durante una semana nos habilita para ser un poco más precisos al respecto. El gasto real de energía que cabe obtener puede ser inferior al homologado, o todo lo contrario, en función de las circunstancias. Al circular a baja velocidad o por terreno favorable, por ejemplo, vemos en el indicador de autonomía cifras que se recuperan rápidamente; si la carretera se empina, pisamos con decisión el pedal del acelerador o viajamos por autovía, sucede todo lo contrario, que el alcance de la batería se nos esfuma como arena entre los dedos. Dicho de otro modo: el Grande Panda eléctrico es de los modelos de baterías que más sensible se muestra a las condiciones en que tiene lugar la conducción. Promediándolas, el consumo viene a situarse en los 17 kWh/100 km y la autonomía, en la frontera de los 300 kilómetros aproximadamente, suficientes desde luego para que quien tenga un punto de carga a su disposición pueda realizar sus desplazamientos por ciudad durante tres o cuatro días, y hasta una semana, antes de recargar la batería. Aventurarse a un viaje de cierta distancia se antoja más peliagudo porque a alta velocidad será difícil superar los 200 km de una tirada. Los ocupantes traseros pueden dejar su móvil u otros objetos en este bolsillo. Por cierto, el ordenador de a bordo no informa -al menos en estas primeras unidades a la venta- de lo que gasta el coche, de modo que el dato hay que obtenerlo a la manera tradicional: rellenando la batería, como antiguamente el tanque de combustible, y vaciándola para poder hacer cuentas. El modelo está disponible en dos acabados. El más sencillo, denominado Red, cuesta 23.967 euros antes de ayudas, en tanto que el más lujoso La Prima sale por 26.787. La versión mild hybrid, de 110 caballos, del Grande Panda, puesta a la venta hace pocas semanas, dispone de tres terminaciones cuyos precios están comprendidos entre 19.164 y 23.124 euros.

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