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¿Ordenó Sánchez el Código Rojo?

¿Ordenó Sánchez el Código Rojo?
Sólo cabe saber si Pérez Dolset y Leire, que asintió y se explayó, se lo estaban inventando todo, se arrogaban misiones que no tenían, tomaban en vano el nombre de Cerdán, de Bolaños y de Sánchez -que puede ser- o si, por contra, decían verdad Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios”  Abraham Lincoln “¡Usted no puede soportar la verdad!”, arrojó en pleno clímax el Tte. Kaffee al coronel Jessup en una mítica escena sobre los límites del poder. Nosotros podemos y queremos soportarla y por eso la buscamos, aunque existan algunos hombres y mujeres malos que lo quieran impedir. Ahora la busca también un juez de Plaza de Castilla porque quiere llegar a saber cómo un empresario con líos judiciales, una militante socialista y un periodista conocido osaron acercarse los primeros a uno y el otro a un segundo fiscal para intentar sobornarlos con cargos u otras prebendas para ver si llevaban a cabo acciones que perjudicaran a los que investigaban al PSOE y beneficiar así a los acusados relacionados con el partido. Digamos que el plan lleno de fisuras era conseguir cosas chungas contra el fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón, y el jefe de la UCO y así, manchándolos, demostrar que sus investigaciones eran espurias y los casos estaban contaminados.  Los dos fiscales, que no son precisamente amigos, denunciaron ante la Fiscalía, en distinto momentos y maneras, estos intentos de perturbar su acción profesional con diversa fortuna. La denuncia del fiscal Ignacio Stampa contiene un relato muy pormenorizado de cómo contactándole a través del empresario Luis del Rivero lograron que acudiera a una cita que se le dijo era con Santos Cerdán y en la que apareció en su lugar Leire Díez, la extraña militante. Cuando el fiscal preguntó por qué motivo se habían querido reunir con él justo en ese momento -supuestamente para pedirle disculpas por las acciones de la FGE que le habían perjudicado-, el empresario Pérez Dolset contestó en presencia de Leire, que no le corrigió: “Sánchez ha dado orden de limpiar” y de “revertir la situación, caiga quien caiga”. Está grabado. O sea no es solo una denuncia de una autoridad con presunción de veracidad, que lo es, sino que está grabado y aportado a un sumario judicial. Tres horas de conversación registradas.  En esta situación sólo cabe saber si Pérez Dolset y Leire, que asintió y se explayó, se lo estaban inventando todo, se arrogaban misiones que no tenían, se inventaban las cosas, tomaban en vano el nombre de Cerdán, de Bolaños y de Sánchez -que puede ser- o si, por contra, decían verdad y el presidente había ordenado un Código Rojo para llevarse lo que fuera por delante si conducía a acabar con los procedimientos judiciales contra su mujer y su hermano. En el primero de los supuestos echo en falta convicción en la indignación, en la queja, en las acciones tanto del PSOE como del Gobierno. Yo no sé ustedes, pero si yo me entero de que hay gente cometiendo delitos en mi nombre me pongo como la hidra del pantano. No sólo eso, me persono como perjudicado en el procedimiento en el que se les acusa de esos desmanes. No se trata de bulos ni pseudomedios sino de las denuncias de dos fiscales, con pruebas sonoras incluida de una de ellas. No se pueden poner en el mismo plano la denuncia del fiscal Grinda y la dación de cuentas del fiscal Stampa con las denuncias a posteriori efectuadas después por Pérez Dolset y Leire contra ellos ni por el contenido, que se va por peteneras, ni por la presunción de veracidad. Las he visto, por eso lo digo. Puede parecer un lío, no lo es tanto. En ese encuentro con Stampa en el despacho de Luis del Rivero, que está perfectamente registrado, se habló de muchas cosas y se llegó a decir que el fiscal general ya sabría lo que tenía que hacer si llegaban a un acuerdo. Si yo soy el fiscal general y oigo tal cosa me subo por las paredes. Vamos, que me falta tiempo para preservar mi honor y salir por tierra, mar, aire o nota de prensa a desmentir la infamia. Creo que eso no lo he visto. Será que han decidido no darle mucha importancia. Eso parece, al menos a tenor de algunas cosas extrañas que se han sucedido. Entiendan que es gravísimo constatar que se está intentando coaccionar o cohechar a fiscales para solicitarles desde información reservada que comprometa al fiscal jefe de una fiscalía especial al cierre de procedimientos. Gravísimo. Mostrando carguitos y beneficios como contraprestación que sólo puede otorgar el Gobierno. No se me ocurre nada más grave sobre lo que salir al paso y mostrar el apoyo a los extorsionados y la tolerancia cero con tal situación.  En lugar de eso, tras la primera denuncia del fiscal Grinda de que el periodista Pere Rusiñol había llevado a cabo esos manejos, la reacción de la Fiscalía de Madrid fue archivarla. O sea, que un fiscal te denuncia que le intentan sobornar y lo archivas sin siquiera investigar porque “hasta en nueve ocasiones se ha intentado comunicar seriamente con la fuente informante con resultado nulo”, o sea que no te cogen o te dan esquinazo y de ahí deduce el fiscal encargado, con total falta de lógica, que no hay nada: “Esta actitud nos lleva a considerar que los hechos quedan residenciados en una conversación estrictamente privada, en un restringido ámbito de amigable confianza, sin mayores consecuencias”. ¿Cómo se deduce sin más que alguien que presuntamente intentó cohechar a un fiscal no llevara a cabo en realidad sino una conversación con el denunciante “amigable” y “sin consecuencias” solo porque no te descuelga? Ojiplática me quedo de la forma de discurrir que llevó a archivar el asunto. Todo ello está comprobado porque el caso se reabrió y este documento de archivo obra en un sumario. Hay toda una teoría sobre qué teniente fiscal recién designado releva a la fiscal del caso para poner en su lugar a este otro fiscal tan dispuesto a cerrar la investigación, pero no quiero liarles con cosas.  En mi modesta opinión todo esto es gravísimo y se resume en dos frases: o se encargaron cosas inasumibles por parte de socialistas o esta entonces socialista y su entorno iban por ahí usando en vano el nombre de presidentes, secretarios de organización, fiscales generales y ministros varios. Todas las opciones son graves, no hay una buena. Me falta contundencia e indignación y me empiezan a sobrar datos que apuntan a que Leire Díaz, que desde luego no actuaba como periodista, no se estaba tirando a charcos tan procelosos y tan peligrosos por amor al arte. Me faltan negaciones, me faltan acciones contundentes de la Fiscalía para defender el honor de sus fiscales, estos sí atacados, y dejar claro ante el mundo que no se van a tolerar tales conductas que intentan corromper a sus miembros. No sabe no contesta es lo más en claro que he podido sacar sobre esta cuestión. Pero se sacará, al tiempo. Aunque siempre se lo digo, lo repito, me consuela saber que mal que le pene a muchos, la Justicia es como un martillo pilón y aunque parezca lenta, torpe e ineficiente va golpeando los muros de silencio y de espesas conexiones para llegar lo más cerca de esa verdad que exigía a gritos el fiscal Kaffee. Algo que deberían hacer todos los fiscales. Bueno es recordarlo, que luego vienen las sorpresas, el llanto y el crujir de dientes de tantos. 
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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