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¿Puede la izquierda terminar ganando las elecciones?

¿Puede la izquierda terminar ganando las elecciones?
La tensión que se registra cada día en la escena política y, particularmente, la histeria destructiva que marca la acción del PP, también nace de que esa posibilidad es, aún, perfectamente viable La izquierda ganaría las próximas elecciones si el PSOE recuperara al menos un millón y medio de votantes que ahora optan por la abstención y si los partidos situados a su izquierda hicieran lo propio con otro medio millón. Aunque parezca un desafío imposible, no son cifras inalcanzables. En el tiempo que aún queda para las generales, año y medio según dice y repite Pedro Sánchez, y a la vista de las dinámicas que se están registrando en los últimos tiempos, ese imprescindible avance de la izquierda puede tener lugar en la mejor de las hipótesis. La tensión que se registra cada día en la escena política y, particularmente, la histeria destructiva que marca la acción del PP, también nace de que esa posibilidad es, aún, perfectamente viable. La dura competencia que libran el PP y Vox son, en cambio, el motivo de la radicalización derechista en la que ha entrado, aparentemente sin perspectiva de salida, el partido de Núñez Feijoo. Ese es otro asunto. Ambas dinámicas tienden a confundirse en la barahúnda en que se ha convertido la acción política del PP, pero son procesos distintos. El primero de ellos, la posible victoria de la izquierda, es el más destacable de los dos a efectos de su impacto en la situación política general. Entre otras cosas, porque si se verificara, desmintiendo todos los sondeos -incluido el del CIS que da esa victoria a la derecha, si se suman los escaños del PP y los del VOX-, lo que pudiera ocurrir en la pugna entre esos dos partidos sería irrelevante desde el punto de vista del panorama general. No es fácil definir qué haría falta para que se produjeran esas ganancias de votos por parte del PSOE y de los partidos situados a su izquierda. La decepción de una parte del voto progresista por la acción de los partidos de ese mundo y por los que antes han votado es un sentimiento que responde a causas profundas que no pocos episodios escasamente edificantes han venido consolidando hasta ahora mismo. Para modificar la actitud de esos decepcionados, haría falta que la posibilidad de un triunfo electoral de la derecha suscitara en ellos un temor insuperable que los llevaría a votar a la izquierda, aunque se hubieran jurado a sí mismos que no lo harían nunca más. Hay quien cree que las barbaridades que el PP y Vox han venido diciendo y haciendo de un tiempo, no precisamente corto, a esta parte son motivos suficientes para que ese cambio de actitud ya se haya producido. Seguramente es una impresión demasiado optimista. Porque sacar a la gente para llevarla a votar cuando el día antes no se quería hacerlo es algo que requiere de un fenómeno contundente, dramático, como la indignación que produjeron en millones de votantes de izquierda renuentes a serlo las mentiras flagrantes, para todo el mundo, de José María Aznar y los suyos tras los atentados de Atocha. Cabe preguntarse si la inmoralidad y la desfachatez del PP en el caso del presidente valenciano Carlos Mazón, o la operación Cataluña, o el escándalo del novio de Isabel Díaz Ayuso, o los otros asuntos de corrupción de personas vinculadas al PP hoy activos, tienen las dimensiones necesarias para producir un efecto ciudadano similar a aquel. Tal y como están hoy las cosas, el eventual descalabro de las perspectivas electorales del PP -una posibilidad no del todo descartable, a la vista del deterioro de imagen creciente y acelerado que está sufriendo su presidente- tendría que producirse por una conjunción de factores internos y externos al partido, de la que por el momento no hay indicios. La recuperación del voto de izquierdas es , por tanto,una tarea que le corresponde abordar a la izquierda misma sin esperar, hoy por hoy, milagros que vengan de fuera. En el caso del PSOE, los elementos que pueden jugar en esa dirección favorable son el prestigio, la buena imagen y la correcta actuación política de su líder, Pedro Sánchez. El buen estado de la economía puede que no tenga un efecto altamente positivo y no solo por el problema de la vivienda, sino porque décadas de deterioro de la condición económica de las clases más bajas y de los jóvenes han colocado a bastantes millones de españoles en una situación económica precaria de la que ni siquiera un empleo mal pagado puede sacarles. En el lado negativo están los escándalos que afectan al Psoe y aún están pendientes de solución. Si los acusados fueran condenados no sería buena noticia para el PSOE, aunque la indignación por ese resultado, muy posiblemente injusto, provocara una movilizadora indignación socialista. Por el contrario, si los jueces optaran por la absolución o el archivo de las causas abiertas al fiscal general del Estado y la mujer y el hermano del presidente, el impacto sería muy positivo para las perspectivas políticas de Sánchez y los suyos. De ahí también que no sea fácil esa salida. Con todo, donde mayor es la necesidad de recuperación de votantes perdidos es en los partidos situados a la izquierda del PSOE. Porque en términos porcentuales la caída en este sector en los últimos años prácticamente duplica a la de los socialistas, sumada la de todos los partidos. Y también porque en el mundo de la izquierda radical la decepción es tan profunda respecto de las expectativas generadas hace unos años que parece mucho más difícil revertir ese alejamiento.
eldiario
hace alrededor de 7 horas
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