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Por indicaciones del Emperador Palpatine

La Moncloa es la Granada de Boabdil, la guinda del pastel. Así que supongo que ya hay por ahí un magistrado maquinando la imputación de Sánchez en base a la frasecita de Hurtado: "a raíz de indicaciones recibidas de Presidencia del Gobierno”Los saltos al vacío del Tribunal Supremo en el caso del fiscal general La portavoz del Gobierno declaró el martes que hay actuaciones de algunos jueces que son difíciles de entender. Comprendo que desde el Gobierno se hable de forma tan pacata, bastante tienen los pobres con la lapidación que les cae a diario, pero, en lo que a mí concierne, actuaciones como la del juez Hurtado son muy fáciles de entender. Hurtado y otros colegas suyos con toga y puñetas están en una cruzada por la salvación de España. De su España, por supuesto, esa que les ha elevado a la categoría de semidioses con licencia para acusar sin pruebas, aún más en contra de las pruebas realmente existentes, y sin demasiado temor a pagar por ello algún precio. La Justicia Patriótica puede hacer y hace. Recibirá una ovación de las derechas políticas y mediáticas, y la benevolente comprensión de sus superiores. En este caso, Podemos tiene razón. Los socialistas están pagando ahora en sus carnes el no haber puesto el grito en el cielo cuando las cloacas del Estado arrojaron mierda sobre los que entonces lideraba Pablo Iglesias. Con acusaciones tan delirantes como la de que se financiaban con la venta de la cocaína. O cuando la batalla política contra el independentismo catalán se convirtió en guerra sucia policial y judicial, como recuerda Gabriel Rufián. En aquellos tiempos, a los socialistas solo les salían de la boca alusiones a la absoluta limpieza de las actuaciones de los funcionarios con placa y pistola o toga y puñetas. Iré un poco más lejos. Los socialistas se creyeron demasiado el rollete del carácter intachable de la monarquía, la ecuanimidad del poder judicial y la perfección del régimen del 78. El 15M les reveló que parte del pueblo español no lo veía así, pero, salvo un giro a la izquierda con Pedro Sánchez, básicamente por necesidades parlamentarias, no extrajeron todas las conclusiones que merecía aquel grito de protesta. Soy pragmático, sé que la correlación de fuerzas es la que es. Nuestro Estado es en gran medida heredero del franquista: el Caudillo dejó atado y bien atado lo que era esencial para sus partidarios. La Transición no hizo reformas de calado en los servicios policiales y el poder judicial. Y, obviamente, el poder económico siguió en las mismas manos. Y es que las fuerzas antifranquistas no ganamos la Transición, la empatamos en el mejor de los casos. No podía ser de otro modo con la espada del golpe militar sobre nuestras cabezas. Vale, no habría cambio, habría reforma. Se nos permitirían las libertades necesarias para entrar en Europa, pero las cosas no irían mucho más allá. Policías y jueces seguirían en sus puestos, y los muertos republicanos continuarían su sueño eterno en las cunetas. Repito, soy pragmático. Lo fui en la Transición, cuando los antifranquistas no éramos lo suficientemente fuertes para conseguir una república, y lo soy ahora, cuando el 15M se ha ido disolviendo en una miríada de politiquerías. Entiendo que no se puede gobernar declarándote contrario al Estado, admito que hay que intentar cambiar lo que se pueda dentro de los límites de lo existente. Pero, veamos, de ahí a creer en los Reyes Magos media un trecho. El que muchos socialistas bienintencionados dieron, para ahora descubrir que van a por ellos. ¿Policías motivados políticamente? Claro que los hay. ¿Jueces al borde de la prevaricación si es por una buena cruzada? Por supuestísimo. Desde 1975 nunca han dejado de existir unos y otros, lo nuevo es que ahora ni se molestan en disimular. El viento sopla a su favor. El golpe de Estado blando es tendencia universal: no uses militares, que queda muy feo, usa tribunales y televisiones. El descaro en la aplicación de la ley del más fuerte es lo dominante, ahí están Trump y Netanyahu. No te cortes un pelo a la hora de hacer lo que puedas hacer. A diferencia de Felipe y esos dinosaurios socialistas tan ensalzados hoy por las derechas, Pedro Sánchez ha cometido pecados mortales para los nietos del franquismo. Ha metido a los rojos de verdad en el Gobierno, primero Podemos, luego Sumar, y les ha aceptado que propongan subidas de impuestos a las grandes empresas y fortunas. Ha asumido la rehabilitación de la izquierda abertzale, antaño más o menos simpatizante de ETA, y su conversión en una fuerza política constructiva. Y ha desinflado, a través de indultos y amnistía, un conflicto catalán que era una bendición para el nacionalismo españolista. Así que Pedro Sánchez tiene que caer como sea. Para que lleguen a La Moncloa Feijóo y Abascal o, bueno, Isabel Díaz Ayuso en solitario. De esta guisa las derechas redondearían su reconquista de un Estado que siempre han creído tan suyo, y con motivos suficientes, como Zara es de Amancio Ortega. La Moncloa es la Granada de Boabdil, la guinda del pastel. Así que supongo que ya hay por ahí un magistrado maquinando la imputación de Sánchez en base a la frasecita de Hurtado: “a raíz de indicaciones recibidas de Presidencia del Gobierno”. Soy culpable, señorías. Confieso que he escrito este artículo a raíz de indicaciones recibidas del Emperador Palpatine. Pueden usías proceder en consecuencia.

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