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El bonito pueblo de Cádiz que puso resistencia a las tropas napoleónicas y tiene menos de 500 habitantes

En pleno corazón de la Sierra de Grazalema , se alza uno de los pueblos más singulares y encantadores de Andalucía: Villaluenga del Rosario . Con menos de 500 habitantes, este pequeño rincón gaditano no solo ostenta el título de municipio más alto de la provincia de Cádiz, sino que también guarda una curiosa historia. Y es que pesar de su tamaño, esta localidad fue capaz de plantar cara a las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia , lo que lo convierte en un símbolo de resistencia y de lucha. Villaluenga del Rosario está situado a 858 metros sobre el nivel del mar y se encuentra rodeado por un entorno natural espectacular: el Parque Natural de la Sierra de Grazalema. A los pies del Navazo Alto y frente a la Sierra de Líbar , sus casas blancas se alinean siguiendo la forma alargada del valle, lo que da sentido a su nombre: «Villaluenga», que hace referencia a su fisonomía estrecha y alargada. Este municipio gaditano no solo es especial por su entorno montañoso y su aire puro, sino también por su particular microclima . Aquí se registra una de las mayores medias anuales de precipitaciones en toda España, lo que le confiere un verdor y una frescura únicos, especialmente visibles en invierno, cuando las nevadas cubren de blanco sus calles. Aunque hoy Villaluenga parece un rincón remoto, su historia se remonta al Paleolítico Superior. Así lo confirman los restos arqueológicos hallados en la Sierra del Chaparral , que revelan la presencia humana en estas tierras desde hace más de 20.000 años. Durante la época andalusí, formó parte del entramado de pequeñas alquerías repartidas por la sierra, y su importancia creció hasta que fue conquistada en 1485 por el marqués de Cádiz, Rodrigo Ponce de León. Ya en época cristiana, Villaluenga pasó a formar parte del señorío de las Siete Villas , junto con Grazalema, Ubrique, Benaocaz, El Bosque, Zahara de la Sierra y Prado del Rey. En el siglo XVIII vivió una etapa de cierto esplendor económico, basada principalmente en la agricultura, la ganadería y la producción de tejidos de lana. Para hacernos una idea de su pujanza, baste decir que incluso llegó a prestar dinero para financiar parte de la construcción del famoso Puente Nuevo de Ronda , una de las obras de ingeniería más emblemáticas de Andalucía. Pero uno de los episodios que más marcan la identidad histórica de Villaluenga del Rosario tuvo lugar durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). A diferencia de otros pueblos de la comarca, que fueron ocupados con relativa facilidad por el ejército francés, Villaluenga se resistió con firmeza . Sus habitantes se organizaron en guerrillas y ofrecieron una dura resistencia, aprovechando el conocimiento del terreno y el carácter abrupto del paisaje. Este espíritu combativo no salió gratis. El pueblo fue saqueado y parte de su patrimonio, como la Iglesia del Salvador, quedó en ruinas tras los enfrentamientos. Sin embargo, el orgullo de haber defendido su libertad frente al invasor ha quedado grabado en la memoria colectiva del municipio, transmitido de generación en generación como un símbolo de valentía. En los años posteriores a la guerra, la orografía de la zona y la debilidad del Estado propiciaron la aparición de bandoleros y contrabandistas . Villaluenga, como otros pueblos de la Sierra de Grazalema, fue refugio de estas figuras tan mitificadas en el folclore andaluz. Uno de los más célebres, José María «El Tempranillo» , encontró en las montañas cercanas un escondite perfecto desde el que burlar a las autoridades. Lejos de la visión romántica del bandolero justiciero, la realidad era mucho más dura. El contrabando de tabaco y otros productos se convirtió en una forma de supervivencia para muchas familias, especialmente durante los siglos XIX y XX, cuando la economía rural entró en declive y el éxodo hacia las ciudades comenzó a vaciar estos pueblos. Villaluenga del Rosario es un buen ejemplo de cómo se puede conservar la arquitectura tradicional sin perder autenticidad. Sus casas blancas, con tejados inclinados, balcones llenos de geranios y puertas de madera, parecen sacadas de una postal. Pasear por sus calles es como ir descubriendo pequeñas joyas, como la Plaza de la Iglesia o el Mirador de la Cornisa , desde donde se puede ver un paisaje espectacular. Uno de los lugares más destacados del pueblo es la Iglesia de San Miguel . Se construyó entre los siglos XVI y XVIII y mezcla elementos renacentistas con detalles barrocos. En su interior se encuentra la imagen de la Virgen del Rosario, que da nombre al pueblo. Pero si hay un sitio realmente único, es la plaza de toros : tiene forma octogonal y está excavada en parte sobre la roca. Es considerada la más antigua de toda la provincia de Cádiz. Justo al lado, el cementerio se encuentra en el interior de una antigua iglesia, la del Salvador, destruida por los franceses. El lugar, con sus muros en ruinas y un entorno sobrecogedor, es considerado uno de los cementerios más bonitos de España. Uno de los mayores orgullos de Villaluenga es su queso, el famoso queso Payoyo . Se hace de forma artesanal con leche de cabras payoyas y ovejas merinas grazalemeñas, dos razas típicas de la sierra. Gracias a su sabor y calidad, ha ganado premios internacionales y ha llevado el nombre del pueblo por todo el mundo. En Villaluenga hay varias queserías donde se sigue elaborando este queso con mimo, y también un Museo del Queso donde se puede ver todo el proceso, desde el ordeño hasta el momento en que el queso está listo para comer. Cada primavera, el pueblo celebra la Feria Andaluza del Queso Artesano , un evento que atrae a miles de visitantes y que ya es todo un referente para los amantes de este producto. El entorno natural que rodea a Villaluenga es un paraíso para quienes disfrutan del senderismo o de explorar cuevas. En su término municipal hay más de 80 cavidades registradas, entre ellas la Sima de Villaluenga , una impresionante grieta vertical de más de 200 metros de profundidad. También hay rutas señalizadas para caminar sin perderse, como la que sube al Navazo Alto o la que lleva hasta el Llano de los Republicanos , desde donde se obtienen vistas espectaculares. Otro detalle que hace especial a Villaluenga es que aquí se encuentra la única escuela de pastores de Andalucía . Es una iniciativa que busca formar a nuevos ganaderos y recuperar tradiciones ligadas al campo. Una forma de asegurar que el oficio no desaparezca y de mantener vivas las raíces del pueblo. Y es que aunquese trate de un municipio pequeño y haya tenido que enfrentarse a muchas dificultades, Villaluenga del Rosario ha sabido mirar al futuro sin perder lo que lo hace único. Hoy en día, el turismo rural, la producción de queso, la artesanía y una ganadería respetuosa con el entorno son los pilares de su economía. Pero más allá de eso, lo que realmente hace especial a Villaluenga es su autenticidad .

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