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Estos son los lugares de Alicante que encandilaron al autor de 'El patito feo o 'La sirenita'

Estos son los lugares de Alicante que encandilaron al autor de 'El patito feo o 'La sirenita'
La Rambla, el puerto o la catedral dejaron tanta huella en Hans Christian Andersen que también le podrían haber inspirado para escribir alguno de sus cuentosHans Christian Andersen dormía tranquilo gracias una insólita nota que evitaba que muriera por error Ya era uno de los escritores más conocidos de Europa. Por entonces ya era capaz, por sus palabras, de recibir el aplauso de príncipes, aristócratas y artistas. Y fue entonces, en torno a 1862, cuando visitó una ciudad que le marcaría para siempre. Hans Christian Andersen, autor de reconocidísimas obras como El patito feo o La sirenita, quiso recorrer la península. Pero, tal y como él mismo escribió, al llegar a Alicante se enamoró perdidamente de la ciudad mediterránea. El afamado escritor llegó en barco a Alicante y, a partir de ahí, visitó varios lugares de la ciudad, entre ellos auténticos emblemas de la ciudad, como son la explanada de España o la catedral de San Nicolás. De hecho ya durante su primera noche en la ciudad sintió una fascinación por la costa, las olas o la iluminación. Era una cálida y dulce noche de verano y Andersen no paró de disfrutarla. “La fisionomía de la ciudad la componen casas encaladas, con techos planos y balcones volantes; hay un par de calles pavimentadas y una alameda (La Rambla) que evoca un fragmento de bulevar parisino. Los árboles no dan mucha sombra, que digamos; no obstante, la gente se sienta en fila en los bancos de piedra y se dedica a mirar a los que pasean”, sería parte de lo que escribiría a raíz de descubrir el encanto alicantino. Ciudad inspiradora Hay estudiosos del autor que aseguran que Andersen llegó a escribir parte de algunos de sus conocidos cuentos durante los mismos días de su estancia. Que, al llegar y caminar entre el sol, las naranjas y el Mediterráneo, logró la siempre deseada inspiración que busca todo autor. Al pasar por el mercado, Andersen se acordó de su tierra natal: “Aquí amontonaban las naranjas como las patatas en Dinamarca; cebollas y uvas enormes colgaban de las vigas verticales, cual si brotasen de la madera muerta”. Otros lugares que el también autor de El soldadito de plomo, El traje nuevo del emperador o La reina de las nieves visitó y describió fueron las playas y el puerto: “Hallé el puerto (…) y contemplé las relucientes estrellas y escuché el rumor del mar”, aseguró, por escrito. Pocos años más tarde, en 1875, Andersen moriría en Copenhague, pero para entonces ya habría encontrado y disfrutado de una ciudad y una gente que quedarían para siempre en la memoria y en legado escrito de uno de los autores de cuentos más célebres de la literatura.

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