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La basílica que acoge los restos de Santa Teresa de Jesús al detalle

Ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad de Salamanca está Alba de Tormes , una villa con un rico patrimonio y mucha historia cuna de una de las dinastías de la nobleza española más conocidas, la Casa de Alba. La presencia de esta ilustre familia puso en el foco a la localidad que se convertiría en un lugar de referencia cultural en el Siglo de Oro español. Además, otro nombre ligado a estas tierras resuena con fuerza en su historia, el de Santa Teresa de Jesús, quien allí fundó en enero de 1571 el convento de La Anunciación de Nuestra Señora del Carmen en el que, además, pasó sus últimos días y falleció el 4 de octubre de 1582 siendo su lugar de descanso eterno. En Alba ha estado hasta hoy su cuerpo, salvo el corto periodo que estuvo en Ávila (de noviembre de 1585 a agosto de 1586). Desde entonces, este templo albense se convirtió en un notable lugar de peregrinación al que cada año acuden numerosos fieles para venerar las reliquias de la santa y que este 2025 ha aumentado el interés y expectación por producirse en él un hecho histórico, la apertura del sepulcro y exposición del cuerpo de Santa Teresa. Esto solo ha pasado en dos ocasiones a lo largo de la historia: en 1760 y 1914 y lo más probable es que pasen otros 100 años hasta que vuelva a ocurrir. Antes de cruzar las puertas de la iglesia que lo acoge hay que detenerse a admirar su portada que presenta una gran puerta de medio punto con los medallones de San Pedro y San Pablo en la parte alta. El cuerpo superior, que es marcadamente escultórico y manierista, se subdivide en dos pisos, el primero que recoge un relieve de la Anunciación, y el segundo que muestra un tímpano con la figura agitada de Dios Padre entre nubes. Remata la cruz sobre el fingido pergamino con la cartela fundacional entre figuras acostada sobre roleos y otras de pie en los extremos. Una vez dentro se pueden apreciar dos partes. En primer lugar, está la primitiva iglesia (1571-1582) levantada sobre la casa de los fundadores –Francisco Vázquez y Teresa de Laíz– que llega hasta el púlpito e incluye la nave de la actual iglesia con armadura de madera atirantada y la anterior capilla mayor y cuya construcción se atribuye a Pedro de Barajas , aunque lo cierto es que hoy día es complicado visualizar lo que fue ese primer templo. Tras la muerte de la santa, la iglesia que iba a ser panteón del matrimonio fundador se convirtió en su panteón y su sepulcro, ubicado en un primer lugar en el antiguo coro bajo, se convirtió en el motor de las reformas del templo. Con su canonización el culto fue en aumento y ante la masiva llegada de peregrinos fue necesario agrandar el templo, lo que dio lugar a esa segunda etapa (1670 -1680) a la que se conoció como la 'Obra real' por la generosa colaboración del rey Felipe IV y su esposa Doña María de Austria . A este momento pertenecen el crucero, cimborrio, capilla mayor y camarines. El autor del proyecto fue el carmelita fray Juan de San José, mientras que Fray Francisco de Jesús María firma el retablo central y los de los laterales de estilo barroco contenido, clasicista y cortesano. En la decoración de las pechinas de la cúpula se incluyeron los cuadros hexagonales terminados por Francisco Ricci con temas teresianos como son Santa Teresa ante la Trinidad, recibiendo el clavo, recibiendo el collar y la coronación de la Santa. Posteriormente, a mediados de la siguiente centuria, por iniciativa de Fernando VI se trasladó el sepulcro de la santa a lo alto del altar mayor, en un arco que comunica la iglesia con el llamado camarín alto. El nuevo sepulcro de mármol negro jaspeado, mármol de san Pablo (de los Montes de Toledo) con adornos de bronce y de oro molido se embute en un arco del mismo mármol. En el interior de la urna fue colocado el cuerpo en una caja hecha en Orleans que era de plata, ricamente adornada y forrada por dentro en terciopelo de color carmesí. Por su parte, los relicarios con su brazo y su corazón expuestos tras sendas puertas del retablo que daban al camarín bajo se ensalzaron con pinturas decorativas. En la misma casa conventual fundada por Teresa de Jesús se ha creado un museo con más de 900 metros cuadrados que incluye algunas de las estancias originales del convento que han sido rehabilitadas. Aquí se pueden admirar diferentes obras de arte renacentistas y barrocas, todas ellas de temática religiosa, entre las que destaca la famosa Dolorosa que talló Pedro de Mena hacia 1675. Pero, la parte más importante y sobre la que se articula toda la colección son los camarines, estancias diseñadas para acoger las reliquias de la Santa, que pueden venerarse desde este museo y desde la iglesia.

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