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Esta ciudad medieval conocida como la capital del gótico portugués combina buena gastronomía, arte e historia

Esta ciudad medieval conocida como la capital del gótico portugués combina buena gastronomía, arte e historia
Entre murallas antiguas y aromas del campo, este rincón ribatejano despliega un paisaje urbano sereno, marcado por leyendas, tradiciones vivas y rincones que invitan a detenerseEl bonito pueblo marinero de Portugal que está incrustado en un acantilado y con una piscina natural A menos de una hora al norte de Lisboa, asomada al margen derecho del río Tajo, emerge Santarém, una ciudad cuya silueta parece suspendida en el tiempo. Conocida como la capital del gótico portugués, este enclave del Ribatejo ha sabido conservar el alma de su pasado medieval, visible en sus calles empedradas, templos centenarios y miradores que regalan postales del valle. Su historia, marcada por la huella romana, la influencia árabe y el esplendor medieval cristiano, convierte cada rincón en una invitación a explorar con pausa, como quien hojea un manuscrito antiguo de capítulos sorprendentes. Pasear por sus plazas y jardines es también descubrir una forma de vida serena, anclada en la tradición pero abierta al visitante. Desde la conquista cristiana en el siglo XII, Santarém se transformó en un importante centro político y religioso del joven reino de Portugal. Durante siglos fue lugar de residencia de reyes y escenario de cortes reales, lo que explica la densidad y variedad de edificios religiosos que aún hoy definen su perfil urbano. La ciudad se convirtió también en centro intelectual, con figuras como Pedro Álvares Cabral, explorador portugués considerado como el primero en llegar a Brasil, cuya tumba reposa en uno de los templos locales. Todo ello enmarcado por una red de calles estrechas que confluyen en plazas adornadas con azulejos, fuentes y edificaciones con portales góticos y ventanales manuelinos, que revelan las distintas capas históricas superpuestas con el paso del tiempo. A pesar de su rico legado, Santarém ha permanecido relativamente al margen de las rutas turísticas más transitadas, lo que le confiere un aire de autenticidad poco habitual. Lejos del bullicio de otras ciudades patrimoniales, aquí el visitante encuentra una experiencia pausada y genuina, ideal para quienes buscan combinar el patrimonio artístico con el disfrute de una gastronomía potente y sabrosa. Con eventos como el Festival Nacional de Gastronomía, ferias locales y una oferta cultural discreta pero constante, Santarém reivindica su lugar como uno de los destinos más completos para una escapada con sabor a historia. Templos de piedra, sabores del Ribatejo y un arte que perdura Pocas ciudades en Portugal pueden presumir de un legado arquitectónico tan singular y tan denso como Santarém. Sus iglesias, levantadas entre los siglos XII y XVII, son más que lugares de culto: son testimonio vivo de los estilos que marcaron la evolución del país. De entre todas, la Igreja de Santa Maria da Graça es la más representativa. Construida en el siglo XIV, su imponente rosetón gótico y su sobria fachada reflejan la estética espiritual de la época. En su interior reposa Pedro Álvares Cabral, figura fundamental en la historia de las exploraciones portuguesas, cuya presencia refuerza el vínculo de la ciudad con los grandes capítulos del pasado nacional. Igreja da Graça, em Santarém (Portugal). Otra joya arquitectónica es la Igreja de Santa Maria de Marvila, cuya particularidad reside en los cientos de azulejos que recubren sus paredes interiores, formando complejos patrones geométricos de gran riqueza visual. De origen islámico y transformado en iglesia tras la reconquista, este templo fusiona diferentes capas culturales con una armonía excepcional. También destaca la Igreja de São João de Alporão, que combina elementos románicos y góticos, y acoge hoy el Museo Arqueológico Municipal, donde se exponen piezas que permiten trazar la evolución urbana y espiritual de Santarém desde la antigüedad hasta la Edad Moderna. Durante la Edad Media, Santarém fue cuna de decisiones políticas y espacio de formación para la nobleza, lo que explica la densidad patrimonial que conserva. Cada piedra en sus edificios parece dialogar con las generaciones que la colocaron, aportando al conjunto una atmósfera detenida en el tiempo. Esa misma identidad se expresa en la cocina local, herencia directa de un territorio agrícola y fluvial. La sopa de pedra, plato emblemático del Ribatejo, nace de la economía rural pero se sirve con orgullo en tabernas y restaurantes. Elaborada con legumbres, chorizo, panceta y otros ingredientes humildes, ha trascendido su origen popular para convertirse en símbolo gastronómico. Otros platos típicos como el ensopado de borrego, el fataça na telha (pescado del Tajo asado en teja de barro) o las migadas (guisos con pan, ajo y aceite) conforman una cocina intensa, reconfortante y fiel a sus raíces. En la repostería, destacan los doces conventuais, dulces de huevo y almendra ligados a antiguos conventos femeninos, que se siguen elaborando con recetas centenarias. La riqueza culinaria se celebra cada octubre en el Festival Nacional de Gastronomía, uno de los eventos más antiguos y reconocidos del país en su categoría. Durante más de dos semanas, Santarém reúne a productores, cocineros y público general para rendir homenaje a la cocina tradicional portuguesa, con especial atención a los productos del Ribatejo.

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