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En el norte de este país pueden verse auroras boreales como en Alaska o Noruega, ya que se encuentra en la misma latitud

En el norte de este país pueden verse auroras boreales como en Alaska o Noruega, ya que se encuentra en la misma latitud
Las islas Shetland, las Hébridas Exteriores o la de Skye, todas ellas en Escocia, son lugares donde es posible contemplar este auténtico regalo de la naturalezaAstrónomos descubren una desconcertante estructura en forma de estrella y misteriosas perlas en SaturnoDescubren un planeta errante que crece a un ritmo vertiginoso Las auroras boreales son, sobre todo para aquellos afortunados que han tenido la suerte de contemplarlas “en vivo y en directo”, uno de los fenómenos más mágicos y especiales de la madre naturaleza, un baile de luces y colores que ha cautivado a la humanidad durante milenios. Si bien destinos como Alaska, Noruega, Finlandia o Islandia son mundialmente célebres por ser miradores privilegiados de las Luces del Norte, también es posible ver auroras boreales en Escocia, aunque se requiere de suerte y el cumplimiento de condiciones específicas (en cierta manera igual que ocurre en los otros destinos mencionados). Hay expertos en la materia que resaltaron al Reino Unido, particularmente la escocesa isla de Skye, como destino ideal para ver auroras durante el pasado año. Y parece que este 2025 también es un año para cosechar esos momentos inolvidables.  Aunque para contemplar postales parecidas a las que se dan en Escandinavia haya que admitir que no es tan fácil ni tan común, ya que Escocia se encuentra geográficamente más lejos del Círculo Polar Ártico que otros lugares nórdicos, sí que hay que tener en cuenta y valorar como una ventaja que el norte de Escocia comparte la misma latitud que lugares como Stavanger en Noruega o la isla Nunivak en Alaska, lo que sugiere buenas posibilidades para disfrutar de más de una aurora boreal. En definitiva, que para tener posibilidades de presenciar este espectáculo en tierras escocesas se necesita, por tanto, una conjunción de elementos quizás mayor que si decidimos viajar para verlas a Noruega.  Aunque hay que tener más suerte que si lo intentamos en Noruega, sí que es posible ver auroras boreales en las islas escocesas La mejor época para contemplarlas abarca los meses de otoño e invierno, específicamente de septiembre a marzo, cuando los días son más cortos y hay menos horas de luz. Las noches deben ser frías y el cielo tiene que estar completamente despejado de nubes, libre de contaminación lumínica y con alta actividad solar. Las horas más propicias suelen ser los momentos más oscuros de la noche, entre las 22:00 y las 02:00. Un factor clave que puede ayudarnos en la predicción es el índice Kp, un indicador que estima la intensidad de las perturbaciones geomagnéticas causadas por el viento solar, cuya interacción en los polos terrestres es el origen de las auroras. Cuanto más alto sea el índice Kp (en una escala de 0 a 9), mayores serán las probabilidades de que las luces se asomen a danzar.  De hecho y con el avance de las tecnologías que tanto ayudan a las predicciones meteorológicas, actualmente existen aplicaciones y sitios web especializados, como Aurora Watch UK, que permiten monitorear este índice y recibir alertas, aunque la observación final no sea una ciencia 100% exacta. En todo caso, los mejores lugares en Escocia para buscar a las «alegres danzantes» (mirrie dancers o Na Fir-chlis, según el folclore escocés) son, lógicamente, los más septentrionales. El archipiélago de las islas Shetland es el territorio más al norte y un sitio privilegiado, aunque, la media tan alta de lluvias que posee entre noviembre y enero a menudo genera cielos nublados. Otros sitios excelentes son las islas Hébridas Exteriores, conocidas por sus paisajes salvajes y escasa luz artificial, destacando Port of Ness. La isla de Skye también es popular, albergando nueve Dark Sky Discovery Sites ideales para intentar ver el fenómeno. Incluso la capital Además del mencionado extremo norte del país, existen otros puntos recomendables. En la costa noroeste, lugares como Applecross, Lochinver y Ullapool son ideales para “cazar” auroras. En el centro del país, parajes como Rannoch Moor, Perthshire y los Cairngorms también podrían proporcionarnos un gran momento frente a la madre naturaleza. Hacia el sur, el parque forestal de Galloway destaca como ser el único parque de cielo oscuro de Escocia, es decir, un auténtico refugio contra la contaminación lumínica. En la costa este del país, sitios como Aberdeenshire, Moray Coast, Angus y Fife también han acogido en más de una ocasión este ansiado espectáculo. Incluso en la capital de Escocia, Edimburgo, se han llegado a presenciar en alguna ocasión las auroras, aunque en este caso es un suceso bastante inusual y requiere que la aurora sea considerablemente “fuerte”. Si un viajero no va a desplazarse al norte del país y quiere probar suerte en la capital, los mejores puntos panorámicos son las colinas de la ciudad, como Calton Hill, Arthur's Seat o Blackford Hill. Las afueras, como la costa de East Lothian (playa de Dunbar), ofrecen en este caso menos contaminación lumínica y mayores posibilidades. En resumen, mientras que destinos del Círculo Polar Ártico ofrecen casi una garantía de avistamiento, para ver las auroras boreales en Escocia hay que contar con un poco de suerte, pero sí que es posible dar con este auténtico regalo de la naturaleza.  Las auroras boreales, se produzcan donde se produzcan, son uno de los mayores espectáculos que origina la naturaleza. Se producen cuando las partículas cargadas procedentes del Sol chocan con el campo magnético de la Tierra. Dichas partículas procedentes del viento solar son guiadas por el campo magnético de la Tierra y se dirigen hacia los polos y, cuando alcanzan nuestra atmósfera, chocan con las moléculas de oxígeno y nitrógeno, excitando los átomos y haciendo que estos ganen un electrón. Transcurrido un rato, al liberarse de ese electrón, devuelven la energía adquirida en forma de luz. Y lo que finalmente vemos en algunos de los mencionados lugares de Escocia es esta luz que, lógicamente, no siempre tiene la misma intensidad y longitud de onda. De ahí el color, el tamaño y la duración de la luz que admiraremos.

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