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Qué pueblos visitar en Andorra -un viaje mucho más allá que su lujosa capital-

Qué pueblos visitar en Andorra -un viaje mucho más allá que su lujosa capital-
Un recorrido por los pueblos más encantadores y con más historia de los PirineosEl balneario más visitado de toda Europa está a tan solo una hora en coche de España Andorra no es solo nieve, compras y luces de escaparate en Andorra la Vella. Detrás de esa imagen de lujo y tiendas libres de impuestos se esconde un país minúsculo pero profundamente rural, lleno de pueblos que parecen haberse detenido en el tiempo. Casas de piedra, tejados de pizarra, montañas que lo envuelven todo y un silencio que solo rompe el sonido del río o el cencerro de una vaca. Quien se atreve a dejar atrás la capital descubre el Andorra auténtico, el que vive entre valles, curvas y pueblos de postal. La pregunta es: ¿qué pueblos visitar en Andorra para conocer su verdadera esencia? Aquí van algunos imprescindibles para entender por qué el país más pequeño de los Pirineos tiene tanto que ofrecer más allá del esquí y las compras. 1.Fontaneda El viaje puede empezar en Fontaneda, un rincón escondido que bien podría ser el decorado de una película medieval. Sus callejones empedrados, sus casas de piedra gris y la diminuta iglesia que se asoma al valle forman una de las estampas más bonitas del país. No hay monumentos ni museos, solo el placer de caminar despacio y respirar el aire puro de la montaña. Llegar hasta aquí requiere paciencia —la carretera es estrecha y serpenteante—, pero cuando el paisaje se abre y aparece el pueblo, el esfuerzo se olvida. 2.Bixessarri Si continúas hacia el sur, el camino del Coll de la Gallina te lleva a Bixessarri, un pueblecito diminuto que parece colgar sobre el río d’Os. Su puente de piedra, las casas pegadas al cauce y la iglesia de Sant Esteve forman una imagen que resume la sencillez de la vida rural andorrana. Apenas se tarda unos minutos en recorrerlo, pero es imposible no detenerse en su entorno natural, donde las montañas se levantan casi verticales y los prados verdes se funden con el agua del río. 3.Os de Civís No muy lejos de allí, y aunque técnicamente pertenece a España, hay un lugar que los andorranos sienten como propio: Os de Civís. Es uno de esos curiosos pueblos fronterizos que solo se puede visitar desde Andorra, y precisamente eso lo hace tan especial. Las casas de madera y pizarra se alinean junto a un arroyo y la iglesia románica de Sant Pere domina el valle. Desde el aparcamiento del pueblo se obtienen unas vistas espectaculares del conjunto, y los alrededores son ideales para hacer rutas de senderismo entre bosques de abetos. Aquí el tiempo parece haberse detenido, y eso, en un mundo que corre, es un lujo. 4.Pal Más al norte, Pal es la joya del románico andorrano. Sus calles estrechas conservan el trazado original y la iglesia de Sant Climent de Pal, del siglo XI, es una de las más antiguas del país. Pasear por Pal es como adentrarse en una maqueta viva de la Edad Media: balcones de madera, flores colgando en verano y chimeneas humeantes en invierno. El Centro de Interpretación Andorra Románica permite entender cómo esta arquitectura ha sobrevivido casi intacta entre montañas, mientras que los alrededores del valle invitan a perderse entre rutas naturales y miradores. 5.Ordino Y si lo que buscas es ambiente, cultura y un toque de vida moderna entre tanto silencio, Ordino es tu parada. Es el pueblo más animado de Andorra y también el más cultural. Aquí se concentran algunos de los museos más interesantes del país, como la Casa d’Areny-Plandolit, que muestra cómo vivía la nobleza local, o el Museo Postal, que recorre la historia de las comunicaciones entre los valles andorranos. Ordino también tiene una fuerte conexión con la música y la tradición: en verano acoge festivales al aire libre y, en invierno, se convierte en punto de partida para rutas por los valles nevados. Caminar por sus calles empedradas, entre terrazas y casas señoriales, es la mejor forma de entender por qué muchos consideran a Ordino la “capital cultural” de Andorra.

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