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La espectacular carretera por una garganta que lleva hasta un pueblo a las puertas de los Picos de Europa

La espectacular carretera por una garganta que lleva hasta un pueblo a las puertas de los Picos de Europa
Un trayecto serpenteante entre pendientes rocosas y cursos de agua permite alcanzar un asentamiento rural aislado, donde la ganadería y los paisajes de montaña marcan la vida diariaLa sorprendente ruta entre miradores y pasarelas que culmina en una espectacular cascada El río Cares atraviesa un desfiladero estrecho y profundo en el macizo occidental de los Picos de Europa, formando un paisaje de paredes calizas y corrientes turbulentas que ha marcado la geografía de la zona durante siglos. Su cauce condiciona la disposición de los caminos y los asentamientos, generando un entorno natural de gran relevancia ecológica y geográfica en Asturias. La conocida Ruta del Cares, que discurre entre Asturias y León, aprovecha el trazado del valle para unir ambos territorios a través de senderos y carreteras que ascienden junto al río. Este corredor permite observar la verticalidad de las paredes y la continuidad del paisaje montañoso, mostrando cómo la actividad humana se adapta a un terreno abrupto sin alterar su configuración natural. Entre las paredes del desfiladero se encuentran pequeños núcleos rurales que mantienen la vida en la montaña. Estos pueblos, a los que se accede por caminos que siguen la ladera, conservan la actividad ganadera y la estructura tradicional de la región, permitiendo a los visitantes comprender cómo la geografía ha influido en la historia, la economía y la forma de vida de sus habitantes. La carretera que conecta Oceño con la garganta del Cares Oceño es un pequeño pueblo de Peñamellera Alta, situado a unos 540 metros sobre el nivel del mar, con menos de 60 habitantes. La localidad se encuentra al final de una carretera de unos cuatro kilómetros que parte de la vía principal entre Arenas de Cabrales y Panes, siguiendo la ladera junto a la garganta del río Cares. Este camino permite a los vecinos y visitantes llegar al pueblo sin necesidad de recorrer senderos desde el valle. El caserío de Oceño se distribuye sobre una loma, con la iglesia parroquial de San Juan que se alza sobre el resto de las casas. La iglesia conserva una nave con cubierta de madera y una bóveda de cañón en la cabecera cuadrada. El campanario, fechado en 1787 según una inscripción conservada, fue destruido durante la Guerra Civil. Junto a la iglesia se encuentran dos tejos centenarios, que forman parte del paisaje y del patrimonio natural del pueblo. El trayecto por la carretera sigue el relieve natural de la ladera y presenta curvas y pendientes propias de un valle estrecho, junto a paredes calizas del macizo occidental de los Picos de Europa. Desde la carretera se puede observar el río Cares y la verticalidad del desfiladero, que explican las decisiones de construcción y el trazado del camino. La vía conecta Oceño con el resto del valle y permite el transporte de productos, facilitando la vida diaria de sus habitantes. Oceño conserva la tradición ganadera, con el queso picón como uno de sus productos más conocidos, y los caminos que salen del pueblo llevan a las majadas —pastos de altura donde los pastores llevan el ganado— y a otras zonas de pastoreo que se han utilizado durante siglos, mostrando la continuidad de esta actividad en la montaña. La carretera, aunque breve, cumple un papel fundamental al garantizar el acceso a este enclave y al mismo tiempo preservar su carácter rural y aislado.

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