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Más allá de Madagascar: los países de África donde también puedes disfrutar de baobabs

Más allá de Madagascar: los países de África donde también puedes disfrutar de baobabs
Lugares remotos del continente africano albergan algunos de los ejemplares más impresionantes del mundoLas mentiras de la película animada 'Madagascar': la isla alberga más que lemures y fossa Cuando uno piensa en los árboles baobab, la imagen que aparece de inmediato es la de la Avenida de los Baobabs en Madagascar: un camino de tierra flanqueado por gigantes vegetales que parecen crecer del revés. Es la postal clásica, la referencia universal y la protagonista de casi todos los folletos turísticos. Pero esa idea es solo una parte de la historia. Los baobabs en África no pertenecen únicamente a Madagascar; también viven —y en algunos casos prosperan— en otros territorios del continente, muchos de ellos igual de espectaculares y, sobre todo, menos conocidos. En los últimos años, estudios científicos han alertado del colapso de algunos de los baobabs más antiguos del sur del continente, árboles milenarios que se han partido sin explicación clara. No significa que vayan a desaparecer, pero sí que conviene mirar hacia esos lugares que, lejos de la famosa isla del Índico, conservan algunos de los ejemplares más extraordinarios del planeta. Y ahí empieza un viaje que recorre Botsuana, Sudáfrica, Namibia y Tanzania, auténticos santuarios para quienes buscan destinos para ver baobabs más allá del camino habitual.ç Botsuana Si Madagascar es la meca, Botsuana es la gran sorpresa. El país concentra algunos de los baobabs en África más imponentes del continente y los distribuye a lo largo de carreteras que parecen no tener fin. El corredor Trans-Kalahari, entre Nata y Kasane, es uno de los lugares donde el paisaje empieza a transformarse: la sabana se abre, la arena adquiere tonos rojizos y de pronto emerge la silueta de un gigante. Luego otro. Y otro más. En los alrededores de Gweta hay ejemplares tan enormes que obligan a detenerse y entender por qué en muchas lenguas locales se considera al baobab un árbol sagrado. Botsuana guarda también historias que se han transmitido durante generaciones. Una de ellas habla de un rey injusto que se escondió dentro de un baobab para huir de su pueblo. Los dioses, enfadados, castigaron al árbol obligándolo a crecer al revés. Así nació la explicación simbólica de su forma peculiar: troncos gruesos, retorcidos, con la apariencia de raíces apuntando hacia el cielo. Para quienes viajan en busca de destinos para ver baobabs, Botsuana es uno de los lugares más generosos de la región. Sudáfrica En Sudáfrica, los árboles baobab alcanzan dimensiones que los convierten en monumentos naturales. Varios ejemplares tienen nombre propio, leyenda y una edad que desconcierta. El Glencoe fue durante años el baobab más grande del mundo, con una circunferencia increíble. El Sagole, en Limpopo, sigue en pie con un tronco que parece una muralla. Y aunque algunos famosos se han partido —como el célebre Sunland, cuyo interior albergó incluso un pequeño bar—, muchos otros sobreviven en reservas naturales y zonas rurales. Para el viajero curioso, la región del parque Kruger y la cordillera Soutpansberg continúa siendo un punto clave para disfrutar de los baobabs en África. Namibia Namibia ofrece un escenario distinto. Sus desiertos septentrionales dan forma a un contraste asombroso: dunas, silencio y baobabs que parecen guardianes inmóviles de otro tiempo. El Árbol 1063, cerca de Grootfontein, es uno de los más célebres. Declarado monumento nacional en los años cincuenta, sigue recibiendo visitas que buscan entender cómo puede un árbol sobrevivir en un entorno tan árido. No es el único. El Ombalantu, más al norte, ha desempeñado un papel comunitario durante décadas: sombra para reuniones, punto de referencia, refugio. Aquí la experiencia no es tan espectacular como en Madagascar, pero sí profundamente simbólica. Para quien desea explorar los baobabs fuera de Madagascar, Namibia es un destino imprescindible. Tanzania Tanzania conserva una de las imágenes más vibrantes del continente africano: llanuras inmensas salpicadas de árboles baobab gigantescos. El parque nacional de Tarangire es el epicentro de esta visión. Montañas suaves, ríos que serpentean entre la vegetación y estos gigantes retorcidos que dominan el horizonte. En temporada seca, los troncos parecen absorber la luz dorada del atardecer, mientras las ramas desnudas dibujan siluetas casi escultóricas. Al sur del país, el parque nacional Ruaha mantiene otro conjunto importante de baobabs en África. Es un territorio menos visitado, más remoto, lo que lo convierte en un lugar perfecto para quien busca silencio, fauna salvaje y paisajes abiertos donde el tiempo parece detenerse. La presencia de elefantes, jirafas y antílopes entre estos árboles agrega una dimensión casi cinematográfica a la experiencia.

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