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El castillo de Jaén que tiene una cruz gigante por encima de las nubes

No hay que ser experto en patrimonio para que la primera impresión al contemplarla quede grabada en la memoria. Solo hay que poner un pie en Jaén para adivinar que junto a esa cruz gigante domina toda la ciudad . Una fortaleza de piedra coronando la cima de una montaña rodeada por la ciudad y, a su lado, una cruz monumental que parece flotar sobre el cielo de Andalucía. El conjunto impresiona desde abajo, pero es cuando uno asciende cuando comprende la magnitud de un enclave que mezcla historia, espiritualidad y naturaleza. Ese lugar no es otro que el castillo de Santa Catalina , en Jaén. Erguido a más de 800 metros de altitud, domina la ciudad y la campiña desde hace siglos. Sus torres y murallas, de origen musulmán y posteriormente cristiano, convirtieron a esta fortaleza en pieza clave durante la Reconquista. Desde aquí se vigilaba el valle, el paso natural hacia Granada y el control del territorio. Su situación estratégica explica por qué fue codiciado por tantas culturas a lo largo de la Edad Media. El castillo no es solo una joya militar. Con los años ha sido escenario de leyendas y testigo de episodios que marcaron la historia local. Se dice que entre sus muros aún resuenan las voces de soldados y prisioneros. Hoy, adaptado para la visita, acoge actividades culturales, recreaciones históricas y conciertos que llenan de vida unas murallas que parecían condenadas al silencio. Junto a él, la gran protagonista es la cruz blanca que se levanta en la cima de la sierra. Fue erigida a mediados del siglo XX y se ha convertido en un símbolo visible desde casi cualquier punto de la ciudad. Más allá de su significado religioso, se ha consolidado como un referente visual y como icono para los jiennenses, que la miran cada día al alzar la vista hacia la montaña. Subir hasta Santa Catalina es ya una experiencia en sí misma. La carretera serpentea entre pinares que perfuman el camino, y a medida que se asciende, la vista se abre hacia horizontes infinitos. Una vez en la explanada del castillo, la panorámica es sobrecogedora: la ciudad de Jaén se despliega a los pies, con su catedral majestuosa en el centro, y al norte el interminable mar de olivos seña de identidad de toda la provincia. En los días claros, la mirada alcanza incluso hasta Sierra Morena . Al acercarse a la cruz, la experiencia gana intensidad. La vista es sobrecogedora pero los amaneceres y atardeceres son un espectáculo. En jornadas de nubes bajas, la sensación es de estar flotando sobre ellas, como si el castillo y la cruz estuvieran en un plano suspendido en el aire . El castillo de Santa Catalina es hoy Bien de Interés Cultural y un emblema de Jaén. Su valor histórico se une al encanto paisajístico y al atractivo turístico de un enclave que cada año atrae a miles de visitantes. Pero más allá de cifras y reconocimientos, lo que hace especial a este lugar es la emoción que provoca: años de historia que cuentan la vida de la ciudad. Visitar Santa Catalina es viajar en el tiempo y, al mismo tiempo, asomarse al futuro de una ciudad a la que se ve crecer y las zonas de ampliación urbana. En la cima de su monte, el castillo y su cruz gigante se alzan como guardianes de Jaén, justo donde la piedra se une con el cielo. Horarios: Martes a sábado: de 10:00 a 18:00 horas. Domingos: de 10:00 a 15:00 horas. Lunes cerrado (excepto festivos). Entrada : alrededor de 4 euros la general, con reducciones para estudiantes, jubilados y grupos. Los domingos por la tarde suele ser gratuita. Acceso : se llega en coche hasta la explanada del castillo por una carretera señalizada desde el centro de Jaén. También es posible subir a pie por senderos que parten desde la ciudad, con un recorrido de unos 40 minutos. La cruz está en una explanada junto al castillo, de acceso libre y gratuito todo el día, ideal para disfrutar del amanecer, el atardecer o las vistas nocturnas sobre Jaén.

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