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Uno de los pueblos más bonitos de España está en Castellón: con un castillo junto al mar y un centro histórico fortificado

Uno de los pueblos más bonitos de España está en Castellón: con un castillo junto al mar y un centro histórico fortificado
Un destino que combina patrimonio histórico, paisajes costeros y espacios naturales, ofreciendo recorridos que integran la arquitectura, la historia y el entorno mediterráneo protegidoEl pueblo que fue el primer Conjunto Histórico-Artístico de España y mantiene vivas sus tradiciones centenarias Peñíscola, en la provincia de Castellón, está reconocida oficialmente como uno de los pueblos más bonitos de España, lo que marcó un precedente en la forma de valorar y promocionar localidades con un notable legado histórico y paisajístico. La localidad se sitúa sobre una península rocosa que avanza hacia el mar Mediterráneo. Su disposición en torno a un núcleo fortificado medieval, rodeado de murallas que caen hasta el mar, convierte al conjunto en un ejemplo de urbanismo histórico que ha perdurado con el paso de los siglos. El núcleo antiguo de Peñíscola se estructura en torno a calles estrechas, escalinatas y plazas pequeñas, que ascienden hacia el castillo templario en lo alto del peñón. El trazado, de origen medieval, conserva su esencia original y se conecta con el mar a través de balcones naturales y miradores. La puerta de entrada más emblemática al recinto amurallado es el Portal de Sant Pere, conocido también como “Porta del Papa Luna”, que constituye uno de los accesos históricos más destacados al interior de la ciudadela. Esta disposición ha permitido que el casco histórico mantenga su carácter diferenciado respecto a otras poblaciones del litoral mediterráneo. Desde comienzos de 2013, Peñíscola se integró en la red nacional que agrupa a las localidades con mayor valor histórico y paisajístico bajo la denominación de Los Pueblos Más Bonitos de España. Fue uno de los primeros municipios en ser incorporados oficialmente a este conjunto, lo que reforzó su posición como referente patrimonial y turístico. Esta incorporación supuso un reconocimiento institucional a la conservación de su trazado, a la singularidad de su emplazamiento y al equilibrio alcanzado entre el patrimonio arquitectónico y el entorno natural. El Castillo de Peñíscola, centro histórico y símbolo de la ciudad El Castillo-Palacio de Peñíscola, conocido también como Castillo del Papa Luna, es el monumento más destacado del municipio y se alza sobre la península rocosa a una altitud de 64 metros sobre el nivel del mar. La fortaleza fue construida por la Orden del Temple entre 1294 y 1307 sobre los restos de una alcazaba de origen musulmán. Sus muros rectos y sólidos, de hasta 20 metros de altura y con un perímetro aproximado de 230 metros, responden al estilo sobrio característico de la arquitectura templaria, concebido tanto para la defensa como para la vida comunitaria de los caballeros. En el siglo XV, la fortaleza adquirió relevancia internacional cuando Pedro Martínez de Luna, conocido como Benedicto XIII o Papa Luna, trasladó allí su residencia durante el Cisma de Occidente. Desde comienzos de ese siglo, el castillo se convirtió en sede pontificia y en un espacio de decisión política. El recinto conserva dependencias vinculadas a aquella etapa, como la sala del cónclave, la basílica pontificia, el salón gótico, las caballerizas y las estancias utilizadas por el pontífice y su séquito. En la actualidad, el castillo está protegido como Bien de Interés Cultural, tras haber sido declarado Monumento Histórico-Artístico. Abierto al público durante todo el año, el castillo recibe miles de visitantes y acoge actividades culturales, exposiciones y visitas guiadas que refuerzan su condición de principal atractivo de Peñíscola y de enclave clave en la red de fortificaciones templarias de la península ibérica. Castillo de Peñíscola Otros espacios de interés en Peñíscola Además del castillo, el casco histórico conserva otros enclaves de relevancia. La iglesia parroquial de Santa María, construida en el siglo XIII y reformada en el XVIII, combina elementos góticos y posteriores, y en su interior se custodian objetos litúrgicos vinculados a la estancia del Papa Luna. Junto a la fortaleza se levanta la ermita de la Virgen de la Ermitana, erigida entre 1708 y 1714 y considerada el principal templo barroco del municipio. Su construcción estuvo vinculada a la tradición religiosa y a la vida comunitaria del casco antiguo, y actualmente se mantiene como lugar de culto y centro de festividades locales. El recorrido urbano incluye también elementos naturales y singulares, como El Bufador, una hendidura rocosa situada entre las murallas que comunica con el mar y por la que, en días de fuerte oleaje, el agua y el aire son expulsados con fuerza. Las murallas que rodean la ciudad, en gran parte del siglo XVI, fueron diseñadas por el ingeniero italiano Giovanni Battista Antonelli por orden de Felipe II, y complementan los restos de fortificación medieval, ofreciendo recorridos que permiten apreciar la importancia histórica del sistema defensivo. Fuera del recinto amurallado, el entorno litoral ofrece espacios de interés ambiental y recreativo. La Playa Norte es el arenal más extenso y conocido, con kilómetros de longitud que permiten vistas continuas del castillo desde la arena y acceso a paseos marítimos. Por su parte, la Marjal de Peñíscola constituye un humedal catalogado como espacio natural protegido, donde se conserva la vegetación palustre y habitan aves acuáticas. La combinación de patrimonio histórico y riqueza natural permite que los visitantes puedan recorrer el municipio integrando cultura, historia y medio ambiente en un mismo itinerario.

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