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Aprende a distinguir palacios, fortalezas y castillos y descubre los más importantes de España

Aprende a distinguir palacios, fortalezas y castillos y descubre los más importantes de España
No todo lo que tiene almenas es un castillo: claves para diferenciar estas construcciones y conocer sus ejemplos más emblemáticos Entre las muchas joyas arquitectónicas que salpican la geografía española, es habitual que se confundan castillos, fortalezas, palacios o alcázares. A menudo, el entusiasmo por la belleza del lugar nos lleva a pasar por alto su verdadera naturaleza y función. Pero entender qué se esconde tras cada muro nos ayuda a interpretar mejor la historia y el poder que representan. Palacios: el poder hecho lujo A diferencia de otras construcciones de aspecto imponente, el palacio no nace para la defensa, sino para el esplendor. Residencia de reyes, nobles o cargos eclesiásticos, su función es eminentemente política, administrativa o simbólica. Suelen levantarse en núcleos urbanos o en entornos agradables, y en su arquitectura abundan los detalles ornamentales, los jardines y las estancias amplias y decoradas. Uno de los más representativos es el Palacio Real de Madrid, sede de la monarquía española, con más de 3.000 estancias. También destacan el Palacio de la Aljafería en Zaragoza, ejemplo de palacio islámico transformado tras la reconquista, o el Palacio de Gaudí en Astorga, mezcla de modernismo y neogótico. Palacio Real de Madrid Julio 2016 Fortalezas: la piedra como defensa Si hay una construcción cuya única finalidad es la guerra, esa es la fortaleza. Son estructuras sólidas, sobrias y pensadas para resistir asedios y proteger posiciones estratégicas. No se diseñaron para habitarse de forma confortable, sino para ser útiles: almacenar armas, albergar soldados y aguantar ataques prolongados. Un ejemplo notable es la Fortaleza de la Mota en Alcalá la Real (Jaén), un bastión clave en la frontera entre los reinos musulmán y cristiano. También destacan la Fortaleza de San Carlos en Palma de Mallorca o el Castillo-fortaleza de Gormaz en Soria, considerado uno de los mayores de Europa en su época. Fortaleza de la Mota Interior Castillos: entre la defensa y la residencia El castillo es quizás la figura más conocida y también la más híbrida. A medio camino entre la fortaleza y el palacio, cumplía funciones defensivas pero también residenciales. Suele estar dotado de murallas, torres y elementos de control territorial, pero sus salas interiores podían acoger vida cortesana. El Castillo de Loarre en Huesca es uno de los mejores ejemplos de castillo románico conservado en Europa. En Castilla, el Castillo de Peñafiel o el de Belmonte, en Cuenca, destacan por su uso señorial y su aspecto imponente. También el Castillo de Belver, en Mallorca, con su planta circular única. Castillo de Peñafiel ¿Y los alcázares, las alcazabas y los bastiones? Más allá de los tres grandes grupos, existen términos específicos como alcázar (residencia fortificada de origen islámico), alcazaba (ciudadela defensiva), o bastión (estructura militar renacentista). El Alcázar de Sevilla o la Alcazaba de Málaga son dos ejemplos sobresalientes que demuestran la mezcla entre estética y defensa. Pasear por estos monumentos conociendo su uso original añade capas de significado a la experiencia. No es lo mismo cruzar un patio sabiendo que allí se celebraban audiencias reales que imaginando un cuartel de defensa en plena frontera medieval. En España hay cientos de ejemplos repartidos por todo el territorio. Distinguirlos no solo mejora nuestra comprensión del pasado, sino que también ayuda a valorar el esfuerzo que supone conservar un patrimonio tan vasto y diverso. Y quizás, la próxima vez que visites una fortaleza, un palacio o un castillo, lo harás con una mirada más informada… y más curiosa.
eldiario
hace alrededor de 6 horas
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